Uno de los argumentos utilizados por los promotores de las plantaciones forestales en gran escala (encabezados por la industria de la pulpa y del papel) es que las mismas contribuyen al bienestar de las zonas rurales donde se instalan, aumentando las oportunidades de empleo. Esta cuestión es crucial: como sabemos, el desempleo es una de las consecuencias más negativas del actual proceso de globalización, de modo que toda actividad que prometa aumentar los puestos de trabajo puede ser percibida como atractiva por parte de la población local. En el caso de las plantaciones, sin embargo, lo que se ha comprobado es lo contrario. Un ejemplo de ello es lo que sucede en la región extremo sur del estado de Bahía en Brasil, donde las comunidades locales están oponiéndose activamente a las plantaciones.
Antes de que se comenzaran a instalar las plantaciones, en esa región se realizó una encuesta para conocer qué opinaban diversos sectores de la sociedad acerca de la ejecución de un plan de desarrollo basado en la industria de la pulpa y del papel. En ese entonces, el 45% de los entrevistados se manifestaron favorables a tal iniciativa, siendo la generación de empleo uno de los argumentos más utilizados para fundamentar ese apoyo. Hoy en día, luego que tres grandes empresas (Aracruz Celulose, Bahía Sul Celulose y Veracel) se han adueñado de grandes superficies de tierra y las han plantado con eucalipto, otro es el pensar de la gente.
Un estudio comparativo de los puestos de trabajo generados por la ganadería, la agricultura industrial, la agricultura de pequeña escala y las plantaciones de eucalipto, muestra que la primera actividad emplea un promedio de 1 trabajador cada 50 hectáreas; la primera y segunda consideradas en conjunto, emplean 1 trabajador cada 26,1 hectáreas, mientras que en la agricultura de pequeña escala trabaja 1 persona cada 5 hectáreas. Las plantaciones de eucalipto generan solamente 1 puesto de trabajo cada 60 hectáreas. Este número resulta de dividir el total de 371.156 hectáreas pertenecientes a dichas empresas, entre los 6.212 empleos que generaron.
Pero esto no es todo. Comparando el número de puestos de trabajo generados por dichas compañías con los puestos perdidos en la ganadería y la agricultura en las tierras donde se instalaron las plantaciones -50.000 hectáreas antes usadas en agricultura, 271.000 hectáreas para ganadería y 50.000 sin uso directo- el resultado es todavía peor: ¡se perdieron 15.420 puestos de trabajo! Ello significa que por cada puesto generado por la industria de la pulpa y del papel en la región, 2,5 se perdieron. En resumen, si la generación de empleo es una prioridad, las plantaciones no solamente constituyen la peor solución, sino que agravan el problema al provocar más desempleo.
Fuentes: José Koopmans, Além do eucalipto: o papel do Extremo Sul, Memorial das Letras, Salvador, 1999; Carrere, Ricardo, Diez respuestas a diez men