Las inversiones de empresas extranjeras en plantaciones comerciales de árboles aumentaron considerablemente en Laos entre 2004 y 2006. A través de la concesión de tierras estatales se promueve el establecimiento de plantaciones a gran escala. Hoy en día, una superficie de 167.000 hectáreas ya ha sido transferida por ese medio a empresas extranjeras en el sur y el centro del país. De éstas, el 48%, o sea 80.000 ha, está dedicado al caucho, y el 28%, o sea 46.600 ha, al cultivo de eucaliptos. Sin embargo, el área total dedicada a la plantación de caucho en todo el país llega a 182.900 ha (Ministerio de Industria y Comercio y Servicio de Gestión del Territorio de la provincia de Champasak).
La expansión de la industria cauchera de Laos está directamente relacionada con el crecimiento de la industria automovilística china. China se ha convertido en el mayor consumidor de caucho del mundo. Las empresas chinas han expandido sus cultivos de caucho en Laos, principalmente en la región norte, donde ambos países comparten la frontera, en general por medio de contratos con agricultores. En general, el comerciante o la empresa china proveen el capital y las plantas, y compran la producción a los agricultores, mientras que éstos proveen la tierra y la mano de obra, aunque existen muchas variantes de este arreglo. Las empresas vietnamitas y tailandesas también han invertido mucho en el caucho, predominantemente en el centro y el sur del país. Estas compañías adquirieron tierras por medio del sistema de concesiones. Actualmente hay cinco empresas vietnamitas en el sur de Laos: cuatro pertenecen al importante Grupo del Caucho Vietnamita (Viet-Lao, Dau Tieng, Quang Minh y Quasa Geruco), y la otra es una empresa estatal provincial llamada DakLak Rubber Group. En total, han conseguido autorización para plantar caucho en Laos en 42.050 hectáreas.
Pérdida de tierras y escasa compensación
Las concesiones para cultivo de caucho de tres compañías vietnamitas hicieron que algunas personas que viven en la zona del
proyecto hayan perdido casi todos sus campos agrícolas. Sólo se salvaron los campos arroceros, que son relativamente pocos, y la zona de la aldea destinada a la vivienda. La mayoría de las tierras que fueron incluidas en las concesiones son campos agrícolas o de cultivo itinerante.
Algunos aldeanos manifestaron su confusión y su frustración ante la pérdida de sus tierras. Uno de ellos explicó: “Al principio, los aldeanos no entendían qué era una concesión. Las autoridades de la aldea y las altas autoridades vinieron a explicar los beneficios que obtendrían los aldeanos. Por ejemplo, explicaron que iban a conseguir trabajo en las empresas y ganar un sueldo mensual. Todo el territorio de nuestra aldea está dentro del área de la concesión. No tenía sentido decir si estábamos satisfechos o no, porque la concesión forma parte de la política del gobierno nacional”. Otro dijo: “Algunos tenían sólo 1 ó 2 ha de tierra, y tuvieron que darlas a las compañías. Después de eso no les quedó nada, o sea que ya no tenían arroz para comer. Si tienen que depender de la compañía no podrán sobrevivir.”
En general, quienes perdieron su tierra recibieron compensación, pero hubo varias excepciones, y las indemnizaciones eran excesivamente bajas. No hubo informes sobre la compensación, a pesar de que el Decreto sobre Compensación así lo exige. Algunas empresas pagaron sólo por las cosechas perdidas, otras por la tierra y los cultivos, otras sólo por la tierra. Mucho dependía de la habilidad de negociación de cada aldeano, que variaba mucho de una persona a otra. En promedio, cada familia entrevistada recibió por sus pérdidas aproximadamente un millón y medio de kip (US$ 150).
En algunas aldeas, se pagó por las tierras en barbecho entre 500.000 y un millón de kip por hectárea (US$ 50-100). El maní que se suele cultivar en esos campos no fue compensado. En cuanto a otros cultivos, como la teca, la compensación dependió del tipo y la edad del árbol: entre 500 y 5.000 kip cada uno (US$ 0,05 – 0,50). Las pérdidas correspondientes a productos que los aldeanos no habían podido sembrar no fueron contabilizadas. Por ejemplo, la paja de escoba (ya kha) que los aldeanos cosechan para vender, o las fuentes de alimentos y zonas de pastoreo de las pa khoke (bosques caducifolios de dipterocarpáceas). Las familias que tienen plantíos de paja de escoba solían ganar alrededor de un millón seiscientos kip por año, sólo por la venta de ya kha.
Vivir bajo mayor vulnerabilidad
Los medios de vida de los aldeanos que perdieron tierras han cambiado. De ser una comunidad que vivía de la agricultura itinerante, los cultivos, la cría de ganado y búfalos y los alimentos que encontraba en los bosques pa khoke, pasaron a ser asalariados de la empresa y a depender del dinero que allí ganaban para comprar arroz para comer. Tuvieron que vender casi todo el ganado y los búfalos que criaban para carne y tareas del campo.
De una muestra de 189 entrevistados en 6 aldeas, resultó que los que cosechaban suficiente arroz para comer durante 11-12 meses habían pasado de ser 4 sobre 5 en 2003 a 1 sobre 5 en 2007. Hubo un fuerte aumento del número de meses sin arroz cosechado por ellos, y del número de familias que no tuvieron arroz para comer en 2007.
A quienes perdieron su tierra, si la compañía cauchera no los emplea les quedan pocas alternativas de trabajo a las cuales recurrir. Se vuelven dependientes de una sola fuente de ingresos, lo cual los vuelve mucho más vulnerables que cuando tenían ingresos diversificados. La mayoría de los aldeanos son contratados por día, y no en forma permanente. Las compañías pagan diferentes salarios pero, en general, el jornal promedio es de 20.000 - 25.000 kip (US$ 2 - 2,5). Para los trabajadores no permanentes entrevistados, el promedio de días trabajados por año fue inferior a un cuarto del año laboral.
Durante el primer año se requiere mucha mano de obra, pero luego hay poco trabajo hasta el momento de la cosecha. Los salarios de los trabajadores permanentes son irregulares, con tendencia a disminuir después del primer año. En general, dichos trabajadores no saben cuánto van a ganar hasta que reciben su paga mensual.
En algunas aldeas, la compañía despidió a todos los empleados permanentes, diciendo que no eran eficaces. Cuando no está
conforme con la mano de obra local, la compañía contrata trabajadores de otros lugares por medio de intermediarios. Como comentó un funcionario provincial del Servicio de Gestión Territorial, “los aldeanos no pueden imaginarse lo que les reserva el futuro, ahora que sus tierras fueron dadas en concesión. ¿Qué van a hacer sus hijos y nietos? Los más ancianos, que no son lo bastante fuertes para trabajar, qué van a hacer? Si el precio del caucho baja, ¿acaso no tendrá eso un impacto?”
Comentarios finales
Laos tiene una estrategia de expansión de las plantaciones de árboles hasta el año 2020, pero aún no tiene una estrategia general para el conjunto de las tierras. La promoción de las plantaciones comerciales de árboles parece ser más importante que la preservación de las zonas de cultivo de arroz y otros medios de vida de la población.
Al examinar las grandes inversiones en monocultivos a gran escala, es necesario tener en cuenta muchísimos aspectos. Debido a la escasez de recursos financieros y a otros problemas de capacidad en los diferentes niveles de gobierno, las decisiones se han tomado sin suficiente análisis y sin velar por los intereses de la nación y de la mayoría de la población. Como resultado, el país se enfrenta a la pérdida acelerada de recursos esenciales a manos de empresas extranjeras.
A pesar de los esfuerzos por clarificar y definir los derechos de la gente en materia de tierras, reina la confusión incluso entre quienes recibieron certificados de propiedad en aplicación del Programa de Atribución de Tierras y Bosques. Los aldeanos han recibido grandes presiones para que devuelvan sus certificados, para permitir así el ingreso de las plantaciones. Como en muchos otros países de la región, las zonas de cultivo itinerante, los pa khoke y demás bosques en los que los aldeanos recolectan alimentos y otros productos, crían ganado, etc., pertenecen por ley al Estado. El valor y los beneficios de esas tierras para la gente del lugar han sido bien estudiados, pero raras veces se los tiene en cuenta durante la planificación y la toma de decisiones. La pérdida de dichos bosques y tierras es desastrosa para la población.
Basado en un informe de investigación de Pinkaew Luangaramsi, Rebeca Leonard y Pornpana Kuaycharoen (2008): “Socio-economic
and Ecological implications of large scale industrial plantations in the Lao PDR, Case Study on Rubber Plantation”, Universidad de Chiang Mai. Basado en trabajo de investigación realizado en cooperación por el Centro de Información e Investigación sobre Tierras y Recursos Naturales, Servicio Nacional de Gestión Territorial de Laos, Oficina del Primer Ministro, la Fundación para la Recuperación Ecológica y la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chiang Mai, Chiang Mai, Tailandia.