Un informe de la organización London Mining Network destaca que el extractivismo es un proceso militarizado: rompe violentamente ecosistemas y hábitats. Al hacerlo, desplaza y luego vigila a las comunidades con conexiones continuas con la tierra, aplicando varias tácticas de contrainsurgencia para mantener la legitimidad del extractivismo. En relación con esto, el militarismo es un proceso extractivo: depende de grandes cantidades de metales y minerales para innovar y ensamblar tecnologías de control y destrucción más mortíferas. Además, alimenta la crisis climática. El sector militar-industrial del Reino Unido tiene una huella de carbono de al menos 11 millones de toneladas al año, lo que equivale a más de 60 países como Madagascar y Zambia. Pueden leer el informe aquí (en inglés)
Minería y militarización: las dos caras de la misma moneda
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