La promoción de las plantaciones forestales como medida para combatir el calentamiento global ha recibido todo tipo de críticas. Por un lado, que las plantaciones no alivian la presión de uso sobre los bosques, que son reservorios de carbono, sino que constituyen una causa directa de su destrucción. De acuerdo con un análisis de imágenes satelitales, durante los años '80, el 75% de las nuevas plantaciones en países tropicales fue realizado por sustitución de los bosques existentes diez años antes. Ello significó un incremento adicional de la liberación de dióxido de carbono a la atmósfera del orden de 725 millones de toneladas, colaborando de ese modo al calentamiento global (ver Boletín 18 del WRM). Por otro lado, cuando se instalan plantaciones sobre pradera se está sustituyendo un valioso ecosistema en lo que respecta a su función de sumidero y reservorio de carbono. La cantidad de carbono almacenado por las praderas debería ser deducida del volumen total de carbono que supuestamente retienen las plantaciones. Lo que es más, en algunos casos -como sucede con la vegetación herbácea de los páramos andinos- según recientes estudios los ecosistemas naturales son más eficientes que las plantaciones en cuanto a la capacidad de absorber CO2. Por último, pero no por ello menos importante, la promoción de los monocultivos en gran escala, bajo el disfraz de "sumideros de carbono", no hará sino agravar los negativos impactos desde el punto de vista social y ambiental que similares plantaciones -en ese caso, para la producción de fibra y madera- provocan.
Recientemente, el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) publicó un informe que puede significar el golpe de gracia para la idea de las plantaciones como sumideros de carbono. De acuerdo con los científicos, las plantaciones planeadas se saturarán de carbono rápidamente y comenzarán a devolver la mayor parte del carbono a la atmósfera a través de la respiración. Dado que el CO2 es el más importante gas de efecto invernadero, el calentamiento global no se mitigaría, sino que se aceleraría. Estos resultados señalan un cambio en el punto de vista que el IPCC tenía anteriormente respecto del tema. Se suponía que en tanto los niveles de CO2 atmosférico fueran creciendo, el sumidero ofrecido por los árboles seguirá aumentando debido al efecto de aceleración de la fotosíntesis, que tiene la denominada "fertilización con CO2". Sin embargo la fertilización con CO2 puede ya haber alcanzado su máximo nivel y la respiración puede estar por acelerarse. En consecuencia las plantaciones forestales en gran escala de hecho agravarían -en lugar de mitigar- el efecto invernadero.
Lo anterior prueba que la plantación de árboles para absorber CO2 no sustituye la necesidad de disminuir las emisiones de combustibles fósiles en la fuente y mucho menos la necesidad de repensar el actual modelo insustentable de producción y consumo, que constituye una amenaza para la vida en la Tierra. A pesar de los esfuerzos que están desplegando sus promotores para mostrarlas como la panacea, las plantaciones no son una solución para el problema, sino una parte de él.
Fuente: Comentarios a cargo del Secretariado Internacional del WRM.