En 1995, un pequeño grupo de ONGs comenzó una campaña contra las plantaciones en Sudáfrica, como respuesta a los esfuerzos de la industria maderera por expandir en 600.000 hectáreas la superficie de tierra dedicada a las plantaciones de árboles en gran escala.
Árboles exóticos, principalmente una especie de acacia australiana, pinos y eucaliptos, cubren hoy más de 3 millones de hectáreas de la región este del país, una zona bien irrigada y con buena producción agrícola. Sin embargo, 1,5 millones de hectáreas se componen de plantaciones abandonadas o mal mantenidas, o de áreas que han quedado densamente infestadas de jóvenes árboles invasores provenientes de las plantaciones. Estas tierras invadidas representan una gran amenaza para la economía nacional, dado que consumen los escasos recursos hídricos y tienen impactos negativos sobre las comunidades locales y la biodiversidad natural, pero han sido totalmente ignoradas tanto por el gobierno como por la industria que provocó su existencia.
La coalición Timberwatch se estableció en 1997 como una red local, pero con el transcurso de los años se transformó en una coalición nacional de ONGs, y ahora reúne 10 organizaciones medioambientales que reconocen la necesidad de luchar contra el daño causado por los considerables efectos negativos, tanto sociales como medioambientales, que tienen las plantaciones madereras a gran escala. Involucrándose permanentemente en los procesos políticos y construyendo una red de simpatizantes en las zonas donde crecen las plantaciones madereras, Timberwatch ha logrado que el público tome mayor conciencia de los costos asociados a las plantaciones, hasta entonces disimulados o ignorados. Esto ha llevado a que se adopte un proceso más inclusivo y transparente para la consideración de solicitudes de licencias para nuevas plantaciones, y ha ayudado a limitar su expansión en Sudáfrica.
Sin embargo, este éxito local debe ser considerado en el contexto más amplio de la región sur de África, donde varios países ya han sido afectados por las plantaciones. En Suazilandia, a pesar de ser un país relativamente pequeño en términos de territorio, casi un 10% está cubierto de plantaciones madereras al estilo de la era colonial que han forzado al pueblo suazi a abandonar sus tierras tradicionales y han socavado las oportunidades de los granjeros de acceder a las tierras de pastoreo y al agua.
También hay plantaciones establecidas en Angola, la República Democrática del Congo, Malawi, Zambia, Zimbawe, Tanzania y Mozambique, pero últimamente el Banco Mundial y la industria maderera han sugerido que Mozambique tiene el potencial necesario para establecer siete millones de hectáreas más. El gobierno ya ha aprobado nuevos proyectos de plantaciones en las provincias de Niassa y Manica, aunque todo indica que las comunidades locales y las ONG medioambientales no han sido casi consultadas. Tampoco parece haber existido investigación formal alguna sobre los impactos nocivos de las plantaciones madereras sobre los valores sociales y culturales tradicionales y sobre las economías locales autosuficientes.
Al parecer, la demanda de madera para celulosa será cada vez mayor, y se espera un rápido crecimiento de la demanda de biomasa para la producción de biocombustibles, ya que el uso de combustibles fósiles en los países industrializados está siendo restringido como resultado de la presión internacional para que se reduzca la emisión de CO2 en la atmósfera. Según la información disponible, parecería que los planes de las naciones europeas de reconvertirse para el uso de biocombustibles cuentan desde ya, en gran medida, con importar biodiésel y bioetanol desde África y otras regiones del mundo “en desarrollo”. Esto significa que la mayoría de los países de la llamada Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC por su sigla en inglés) serán probablemente considerados como oportunidades baratas para el establecimiento de monocultivos destructivos a gran escala, incluyendo plantaciones de árboles.
En respuesta a esta amenaza, Timberwatch planea ayudar a establecer una amplia red de individuos interesados y organizaciones medioambientales de los países de la SADC. La idea fue analizada durante la asamblea anual realizada en Durban el 18 de noviembre. El grupo sabe que el compartir experiencias es un ingrediente necesario para que dicha idea crezca y se transforme en realidad. Así, uno de los miembros de la Red Latinoamericana contra los Monocultivos de Árboles fue invitado a participar en el encuentro, para que informara sobre los procesos exitosos que llevaron al establecimiento de dicha red en Latinoamérica.
El paso siguiente fue la participación de Timberwatch en la reunión organizada en Mozambique por Geasphere, una de las organizaciones que integran la coalición. En tal ocasión, los delegados de organizaciones locales debatieron sobre los impactos negativos de los monocultivos de árboles a gran escala (ver artículo sobre Mozambique en este mismo número).
Se espera que la Red de África del Sur promueva una mayor toma de conciencia sobre los principales problemas que rodean el establecimiento o la expansión de las plantaciones industriales de árboles y que contribuya a la formación de grupos locales de activistas dentro de los países afectados. Con apoyo y estímulo de la comunidad de ONGs internacionales, el papel de esta red será muy importante para evitar que los agentes del consumismo dispendioso del Norte sigan explotando los escasos recursos africanos.
Por Wally Menne, Timberwatch, correo electrónico: plantnet@iafrica.com