Es muy probable que el público finlandés sepa poco o nada de la historia del Uruguay y de cómo esta historia se relaciona con la fábrica de celulosa que Metsa Botnia está construyendo en este país. Por eso, vale la pena explicar que, desde 1973 hasta 1984, el Uruguay estuvo gobernado por una dictadura militar. Durante ese período, los militares violaron todos los derechos humanos posibles e imaginables, y la tortura fue moneda corriente. Miles de uruguayos, tanto hombres como mujeres, fueron encarcelados y torturados; gran cantidad de personas fueron muertas o “desaparecidas”, y otros miles debieron vivir en el exilio durante esos años. En la misma época, una brutal dictadura militar gobernó también en Argentina.
Para uruguayos y argentinos, los militares siguen simbolizando la violación generalizada de los derechos humanos. En Uruguay, muchos de los oficiales encargados de las torturas, muertes y desapariciones son hoy coroneles y generales. El público finlandés debe saber que, hace pocos días, las fuerzas por ellos comandadas recibieron la orden de proteger el sitio donde se construye la fábrica de celulosa de Metsa Botnia, y que esto está afectando gravemente la imagen de Finlandia.
No se llegó a esta situación por casualidad. La necesidad de recurrir primero a la protección policial, y luego a la protección militar, es consecuencia de las tácticas de la compañía finlandesa, que pusieron en su contra a las comunidades vecinas, principalmente a las de Argentina. En lugar de tender puentes de comprensión y aceptar que era necesario convencer, la empresa intentó imponerse. Cuando el Presidente uruguayo en persona le pidió detener las obras para facilitar las negociaciones con la vecina Argentina, la empresa se negó a hacerlo. Ha tenido varios enfrentamientos con trabajadores y sindicatos, agravados por su decisión de traer a cientos de trabajadores de Europa oriental y de otros países. Las exageraciones de la compañía en cuanto al nivel de contaminación y de olor de una fábrica que es dos veces más grande que las que funcionan en Finlandia han resultado en una total pérdida de credibilidad acerca de su seriedad.
Como resultado, Metsa Botnia es ahora responsable de la militarización de la región, y de haber creado una peligrosa situación de enfrentamiento con la poderosa hermana República Argentina. En lugar de traer desarrollo al Uruguay, ha traído divisiones internas y problemas externos. El apoyo explícito que recibe del gobierno finlandés vuelve difícil hacer la distinción entre la empresa y su país de origen, y todo lo que hace la una repercute en el otro.
El pueblo finlandés debería exigir explicaciones a su gobierno, porque está en juego la imagen de su propio país. Un país que, hasta hace poco tiempo, gozaba de una percepción favorable, está siendo cada vez más cuestionado tanto en Uruguay como en Argentina. Si el gobierno uruguayo necesita respaldar la inversión finlandesa con personal militar, es evidente que tanto la empresa como su país de origen están en serios problemas. Cuando la presencia militar se vuelve necesaria, ello significa que muchas cosas se han hecho muy mal. La situación podría empeorar aún más si por alguna razón los soldados llegaran a recibir la orden de disparar contra la gente. Algo huele a podrido en el reino de Metsa Botnia, y ese olor no es, por ahora, el de la producción de celulosa.
Comunicado de prensa del 12 de diciembre de 2006 del grupo uruguayo Guayubira, correo electrónico: info@guayubira.org.uy, www.guayubira.org.uy
(Último momento: El lunes 18 el gobierno anunció que, a pedido de Botnia, ordenó el retiro de los efectivos militares enviados a custodiar los terrenos donde se construye la fábrica de celulosa de la empresa en Fray Bentos. Botnia, responsable de la militarización, argumenta ahora que "las condiciones de tensión, preocupación e inseguridad disminuyeron en forma muy importante". No queda muy claro a qué condiciones se refiere, pues la medida de las poblaciones argentinas fronterizas de cortar el acceso a los puentes binacionales continúa, al igual que las dificultades para un diálogo entre los gobiernos de ambas márgenes del río. Entonces, surge el interrogante de por qué Botnia cambió de idea. ¿Será que la denuncia de la situación puede lesionar la imagen internacional que la empresa pretende dar? Por otro lado, el Ministerio de Defensa recibió complacido la medida debido a que la custodia del perímetro de Botnia le significaba un esfuerzo importante. Pero advirtió que si fuera necesario volvería a enviar tropas.)