Nigeria: plantaciones de caucho de Michelin destruyen medios de vida de las mujeres

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“No quiero dinero. Quiero recuperar mi tierra…si hoy me dieran un millón de nairas [la moneda local], de todas formas me quedaría sin nada, pero si tengo mi tierra siempre puedo cultivarla para cuidar a mi familia y posiblemente dejarla en herencia a mis hijos.” (Mujer de Iguoriakhi)

Michelin, la empresa transnacional con sede en Francia, que es una de las mayores productoras de neumáticos del mundo, comenzó hace poco a establecer plantaciones de caucho en Nigeria.

Todo comenzó el 29 de mayo de 2007, cuando más de 3.500 hectáreas de la Reserva Forestal de Iguobazuwa – incluyendo tierras agrícolas de propiedad individual y comunal – fueron adjudicadas a Michelin para que las convirtiera en plantaciones de caucho. Éste fue un trato ilegal, realizado sin el consentimiento de los miembros de la comunidad y sin realizar una Evaluación de Impacto Ambiental adecuada. 

Iguobazuwa alberga a una población de más de 20.000 agricultores, 85% de los cuales depende del denso bosque para su sustento cotidiano. El bosque es rico en diversidad biológica, incluyendo animales como monos, antílopes, tortugas, caracoles y pájaros. Iguobazuwa es también un lugar donde se producían cultivos alimenticios como mandioca, ñame, plátano, ananá, melón, maíz y vegetales, ya sean comestibles o medicinales.

Las aldeas que rodean el bosque Iguobazuwa son Aifesoba, Iguiruakhi, Igueihase, Ora, Amienghomwan, Ugbokun, Obaretin, Obosogbe, Okoro e Iguobazuwa. Si bien las tierras boscosas pertenecen por ley al Gobierno, en 1972 las aldeas adquirieron derechos sobre ellas, y algunas partes de esos bosques fueron adjudicadas a los miembros de la comunidad de manera rotativa, para dedicarlas a la agricultura.

En diciembre de 2007, Michelin arrasó las 3.500 hectáreas de bosques así como las tierras agrícolas de la gente, dejando sin compensación alguna a los miembros de la comunidad afectados. Los lugareños se encontraron, de un día para otro, con sus recursos y su sustento (su bosque y sus tierras agrícolas) completamente destruidos. Las comunidades de Iguobazuwa perdieron todo. 

En mayo de 2008, la empresa comenzó a plantar los árboles de caucho. Si bien los árboles están aún en una etapa temprana, la experiencia en muchos otros países muestra que las comunidades deberán enfrentar también los impactos adicionales que resultan de las propias plantaciones. 

“Dos años después de la muerte de mi esposo comencé a cultivar… Michelin llegó con su topadora diabólica y destruyó todo lo que había plantado. Yo lloraba… trataba de detenerlos; ellos amenazaron con pasarme por encima con el bulldozer si no les dejaba libre el camino.”

 

Agricultoras ahora sin trabajo…

 La llegada de Michelin al bosque de Iguobazuwa, luego de 300 años de coexistencia pacífica de las aldeas, no trajo más que hambre, desnutrición, enfermedades, pobreza, contaminación del aire y el agua, erosión del suelo, dislocación social, aumento de los vicios sociales, alteración de las antiguas prácticas tradicionales, falta de madera para combustible y de carne de animales salvajes.

 Las granjas destruidas habían producido una gran diversidad de cultivos alimenticios:

“Yo tenía dos acres de tierra arable donde plantaba mandioca, plátanos, ananá, ñame y pimientos. Ahora, la granja desapareció y no tengo otra fuente de alimentos o sustento”. (Mujer de la aldea Aifesoba)

La mayoría de las mujeres que contaron sus experiencias dijeron que usualmente el hombre prepara la tierra para plantar y la mujer se ocupa del resto de las actividades, desde la siembra hasta la cosecha. Así, son las mujeres quienes usan la tierra para los cultivos agrícolas. Ahora que sus tierras han sido destruidas, las mujeres se han convertido en trabajadoras agrícolas de otros establecimientos de las aldeas y bosques cercanos que aún no han sido afectados por el avance de Michelin; otras han quedado sin trabajo y sin comida. 

“Michelin ha destruido nuestras granjas. Me siento desgraciada por sus acciones. Las granjas nos proveían alimentos para nuestras familias. Yo solía ayudar a pagar la cuota de la escuela de mis hijos. Queremos que paguen por nuestros cultivos y nuestras tierras. Deberían dejar nuestras tierras para nosotros. Queremos que nos devuelvan nuestra tierra. Nuestras vidas dependen de ella. Ahora no tenemos trabajo. Ya no tenemos vernonia, verdolaga ni hojas de zapallo. Mi esposo ha estado desocupado por años; no podemos permitirnos depender de nuestros maridos para todo. Queremos que Michelin nos compense…el valor de lo perdido es demasiado alto para ser ignorado.” (Mujer de la aldea Aifesoba) 

…y sin un centavo

Usualmente, las mujeres obtienen dinero vendiendo los productos de la granja en el mercado local. Por consiguiente, el robo de sus tierras ha afectado en gran medida a las mujeres, ya que muchas de las responsabilidades para la manutención de la familia recaen sobre ellas, por lo cual no tienen más opción que recurrir a trabajos de poca importancia para sobrevivir.

“¿Acaso no nos están obligando a salir a robar? Me sacaron mis cuatro acres de tierra y la fuente de sustento para mi familia. Me echaron de la granja mientras estaba trabajando, sin explicación ni compensación alguna. Mi esposo perdió su trabajo como chofer en la ciudad y yo tengo cuatro hijos, que ya no van a la escuela por no poder pagar las cuotas.” (mujer de la comunidad Aifesoba)

La mayor parte de las mujeres se dedican ahora a la agricultura de subsistencia de pequeña escala en el jardín de su casa. Algunas compran mandioca a quienes tienen, y cuando madura la procesan para venderla.

 

Sin sus plantas medicinales

Además de encargarse del agua para las actividades domésticas, de la provisión de ropa y de la recolección de semillas y frutos, las mujeres son responsables de recolectar plantas medicinales que son vitales en las prácticas tradicionales de las comunidades locales vinculadas a la salud. Debido a la desaparición de los bosques, ahora las mujeres deben ir muy lejos – a una distancia de 15 km como mínimo – para conseguir hierbas para el tratamiento de algunas dolencias.

“Estoy embarazada y enferma, y las hierbas no se encuentran por ningún lado. En el pasado solíamos ir al bosque a buscar hierbas para curar todo tipo de dolencias. Hay algunas enfermedades que la medicina ortodoxa no puede curar; pero ahora no podemos acceder a las hierbas porque Michelin arrasó nuestros bosques. Como puede ver, mis piernas y extremidades están hinchadas; a diferencia de antes, cuando estaba embarazada, ahora  ya no puedo conseguir aquellas hierbas, tan eficaces para mi condición.” (Mujer de Aifesoba en una etapa avanzada del embarazo. 

Como dice una mujer de Iguoriakhi:

“Sólo sabemos que Michelin está causando el daño. Son la gente que vemos.  En el pasado nos alimentábamos del bosque; nuestra vida dependía del bosque. Hay mucha gente de mi comunidad que no sabe dónde quedan los hospitales, porque el bosque cubre sus necesidades medicinales.”

Una mujer de 83 años de la comunidad Iguobazuwa explica la situación de la siguiente forma:

“He vivido en Iguobazuwa por 65 años. Solía ir al bosque a buscar hierbas medicinales para curar a mis hijos cada vez que se enfermaban. Fue del bosque que obtuve las hojas medicinales para tratarme a mí misma todas las veces que estuve embarazada a lo largo de los años.”

 

Las mujeres luchan por sus derechos

Las mujeres saben que nada bueno para ellas ha resultado ni resultará de las actividades de Michelin en la zona. Están comenzando a organizarse y buscan apoyo. Quieren recuperar sus tierras, que sus árboles sean plantados nuevamente y recibir compensación por todos los cultivos destruidos. 

Están decididas a llevar a cabo acciones, marchas de protesta y manifestaciones ante Michelin Nigeria, para hacer valer sus reclamaciones y su decisión de luchar contra todo tipo de plantación de árboles a gran escala en sus territorios. 

“Si por mí fuera, no dejaría que siguieran comprando nuestras tierras para plantaciones de caucho… Si por mí fuera, arrancaría de raíz toda la plantación de caucho con mis propias manos… Deberían dejarnos nuestras tierras. 

Para ello, las mujeres deben superar algunos problemas. Como dice una mujer de la comunidad Iguobazuwa:

“En el pasado, solíamos tener una organización de mujeres, pero ahora ya no existe. Esa es una de las razones por las cuales no hemos podido enfrentarlos como grupo. ¡Sin unidad, no hay resistencia!”

Tradicionalmente, las mujeres de Iguobazuwa no habían participado en ninguna actividad de resistencia, pero hace poco algunas mujeres de esa aldea y algunos hombres de Aifesoba y Obosogbe realizaron una marcha de protesta en la ciudad de Benin para denunciar las actividades de Michelin en su localidad. 

Más recientemente, las mujeres se han puesto más firmes en cuanto a conocer y ejercer sus derechos, a hacer valer su bosque y a participar más activamente en la toma de decisiones en cuanto a los buenos métodos de manejo del bosque en sus localidades.

En la comunidad de Aifesoba, las mujeres – en compañía de los hombres – realizaron una marcha de protesta hacia la zona de bosque donde los camiones y las topadoras de Michelin estaban derribando árboles. En dos ocasiones los hicieron detener su trabajo; a la tercera oportunidad, Michelin trajo a la policía móvil para vigilarlos, intimidar y espantar a la gente de la comunidad. Como resultado de ello, algunas mujeres de otras comunidades ahora tienen miedo de hacer cualquier movimiento para enfrentar a Michelin, ya que temen ser maltratadas, intimidadas o acosadas, como sucedió con las personas de la comunidad Aifesoba.

Luego del taller de 2 días que tuvo lugar el 4 y 5 de noviembre de 2008, Michelin llamó a algunos miembros de dos aldeas (Aifesoba e Iguobazuwa) de las nueve directamente afectadas, y les pagó una compensación. Un grupo de Iguobazuwa cobró como corresponde mientras que la otra comunidad de Aifesoba cobró lo que su gente describió como migajas ya que, según ellos, distaba mucho de compensar el alcance de la destrucción y no era proporcional al valor de los cultivos destruidos.

Al final del taller, las mujeres emitieron un comunicado en el cual reclamaban una serie de acciones urgentes. Entre ellas, pedían que el actual gobierno del Estado de Edo revisara la venta de la reserva forestal de Iguobazuwa, que Michelin Nigeria les devolviera sus tierras y repusiera cada árbol derribado además de pagar una compensación total por los cultivos destruidos, que la invasión de sus bosques por parte de Michelin Nigeria no sea considerada como un signo de desarrollo sino de empobrecimiento, ya que puso en riesgo sus vidas y su sustento, y que se ponga fin a cualquier otro intento de expansión en sus tierras de Iguobazuwa. 

Pero lo más importante es que están decididas a recuperar sus tierras.