Un sistema de concesiones del siglo XIX
En 1874, durante la era del colonialismo europeo, la monarquía Siam, con sede en Bangkok, anexó Chiang Mai en lo que ahora es el norte de Tailandia como su propia colonia. En virtud del Tratado de Chiang Mai, en 1883 se impuso un modelo de concesión forestal siamés que permitió a las empresas europeas el acceso directo a grandes extensiones de árboles de teca de la región, y gran parte de las ganancias se repartieron con la monarquía en Bangkok.
Entre 1889 y 1896, las empresas Bombay Burmah Company, British Borneo Company, Siam Forest Company Ltd. y Louis T. Leonowens Ltd., del Reino Unido, y East Asiatic Co. de Dinamarca, comenzaron intensivamente con la extracción maderera. (1) Las empresas británicas controlaban el 80 por ciento de las llamadas ‘tierras madereras’ establecidas. (2) También influyeron en la creación del Departamento Forestal Real en 1896, que llegó a tener poder absoluto sobre las actividades forestales de la nación. Un ciudadano británico fue jefe del Departamento durante los siguientes 28 años y las actividades madereras británicas se extendieron por siete décadas.
Colonias forestales
La Ley de Preservación Forestal, aprobada en 1913, fue la primera ley forestal del país por la cual los bosques quedaron definidos en gran medida en términos de ocupación colonial. Cualquier tierra sin títulos de propiedad otorgados por la realeza que permitieran el cultivo o la construcción de viviendas se consideraba bajo el control del Departamento Forestal. En consecuencia, el Departamento pudo acumular grandes extensiones de tierra para concesiones madereras, en las cuales ya vivían agricultores que también dependían de los bosques pero que no contaban con la documentación.
La Ley de Protección y Preservación Forestal de 1938 mantuvo el mismo espíritu, al definir los bosques como tierras ‘baldías’ o desocupadas dentro del dominio público. De manera similar, la Ley Forestal de 1941 consideraba a los bosques como tierras que “todavía no habían sido adquiridas por nadie en virtud de la Ley de Tierras”. Estas leyes convirtieron efectivamente la mitad del territorio del país en una colonia forestal del Estado central, anexando tierras comunitarias, bosques, campos y territorios de pueblos por igual.
125 años de explotación forestal
Las actividades forestales y la ciencia forestal en Tailandia surgen de la historia de la tala de árboles de teca en el norte del país, desde 1840 en adelante. En los centros gubernamentales del norte, como Chiang Mai, Lampoon y Lampang, originalmente los nobles concedieron a varias empresas chinas, birmanas y tailandesas de la etnia yai (del sudeste asiático) permiso para extraer teca a cambio de una tarifa. Luego, en 1855, el Estado central de Siam firmó el acuerdo comercial conocido como Tratado de Bowring con Gran Bretaña. Esto permitió a los británicos, así como a las nacionalidades étnicas bajo dominio británico, entre ellas los birmanos, los tailandeses yai y los mon, expandir la extracción de teca en la región. Fue así que la British Borneo Company ya estaba en escena en 1864 como compradora de madera, incluso antes de la anexión formal de Chiang Mai como colonia siamesa, diez años después.
Fue recién en 1954-55 que las vastas concesiones madereras otorgadas a extranjeros expiraron, las que fueron entregadas a la Organización de Industrias Forestales de Tailandia y a empresas madereras provinciales. En ese momento, los rodales maduros de teca nativa del país en gran parte estaban agotados y los concesionarios recurrían a otras especies comerciales. En las décadas siguientes, las tasas de deforestación del país aumentaron hasta convertirse en unas de las más altas del mundo, impulsadas en gran medida por la expansión de la agricultura industrial, pero también por la explotación maderera bajo el sistema de concesión así como por la construcción de represas, las cuales a menudo abrieron nuevas zonas para el cultivo. La extracción maderera tuvo un gran impacto en los bosques que habían sido conservados y mantenidos por las comunidades para su propio uso, situación que estimuló la resistencia en el norte y en otras partes del país y motivó un creciente movimiento ecologista en Tailandia. En 1989 finalmente se prohibió la extracción maderera.
Una conservación autoritaria
A medida que en la década de 1980 se desvanecía la era de la explotación maderera, el foco de la entidad forestal se desplazó hacia las plantaciones comerciales industriales de árboles y la conservación de bosques. Pero el modelo interno de colonialismo se mantuvo, acompañado de una creciente resistencia local a la hegemonía estatal sobre las tierras, incluidos los bosques, utilizados por millones de comuneros.
Aunque a principios de la década de 1960 el gobierno tailandés promulgó dos leyes de conservación, la Ley de Protección y Preservación de la Vida Silvestre y la Ley de Parques Nacionales, fue recién después de prohibir la extracción maderera, 93 años después de que se estableciera el Departamento Forestal, que el pensamiento conservacionista oficial realmente despegó. Las zonas de conservación se expandieron poco a poco, invadiendo especialmente a las comunidades minoritarias residentes en las zonas altas, primero tomando el control de las antiguas concesiones madereras y luego ampliándose aún más conforme a la recomendación de los ‘expertos’ de la ONU-FAO de que Tailandia debería tener no menos del 40 por ciento de cobertura forestal. Como resultado, los comuneros han sido privados de acceder a recursos necesarios, se han establecido unidades gubernamentales cerca de las comunidades para limitarles el uso de los bosques y numerosas personas fueron desalojadas de sus tierras. Los conflictos violentos entre los comuneros rurales y el Estado aumentaron.
Las últimas enmiendas a la ley forestal tailandesa, luego del golpe militar de 2014 que instaló al general retirado del ejército Prayut Chan-O-Cha en la posición de Primer Ministro, incluyen la cuarta Ley de Reservas Forestales Nacionales de 2016, la Ley de Parques Nacionales de 2019 y la Ley de Preservación y Protección de la Vida Silvestre de 2019. Las infracciones conllevan penas de 1 a 20 años de prisión (3) y multas de entre 600 y 60.000 dólares estadounidenses. En los últimos años también se han presentado casos legales contra comuneros por daños a los ‘recursos naturales’ y por contribuir al calentamiento global. Aquellos que residen sobre tierras de bosques estatales han sido injustamente demandados por daños y perjuicios con multas enormes que no tienen forma de pagar.
Las nuevas leyes aumentaron considerablemente el poder de los funcionarios para realizar arrestos y confiscar propiedades en zonas de Parques Nacionales. Para poder permanecer en sus tierras sin amenazas de prisión o multas, los miembros de las comunidades deben obtener permisos de residencia que se conceden con un límite de 20 años (4), así como un permiso especial para usar los bosques. De hecho, en muchos sentidos, las Reservas Forestales Nacionales y los Parques Nacionales ahora se asemejan a territorios bajo ley marcial. Hay fuertes ecos de la Ley Marcial de 1914 promulgada durante la Primera Guerra Mundial, que otorgó a los oficiales militares un poder superior al de las autoridades civiles y que les permitió registrar personas, vehículos o edificios a voluntad, emitir prohibiciones, confiscar bienes, construir fuertes, expulsar a la población, y destruir o modificar el terreno o quemar casas para negar al enemigo cualquier ventaja en la batalla.
A partir de los complejos procesos de colonización de las tierras boscosas del país, se impusieron visiones racistas y opresivas sobre los bosques y sus habitantes. Esta mentalidad colonial ha seguido influyendo en las decisiones y la formulación de políticas nacionales y perjudicando gravemente a las comunidades de los bosques, a las que en gran medida se las considera falsamente como intrusas o perjudiciales para los bosques. Esto a su vez se manifiesta con extrema violencia y discriminación hacia estas comunidades y sus medios de vida y prácticas culturales tradicionales.
A pesar de las difíciles circunstancias, las comunidades de los bosques continúan desafiando y luchando contra este contexto opresivo. A principios de 2021, el pueblo indígena Karen de Bang Kloi regresó a su hogar ancestral en los bosques de Kaeng Krachan, después de años de despojo debido a la creación del Parque Nacional Kaeng Krachan. Treinta personas fueron detenidas por “invadir el parque nacional”. (5) Se les prohíbe regresar o traspasar el Parque sin permiso. Si aún desobedecen, serán retirados bajo fianza y enviados a prisión de inmediato.
Es claro que la lucha del Pueblo Karen por recuperar su territorio no se limita solamente a la tierra, sino también a recuperar su identidad, cultura, dignidad y vida, a partir de una historia de colonización y ocupación.
Pornpana Kuaycharoen
Land Watch Thai
(1) Tesis de Maestría, "Development of teak logging in Thailand 1896-1960", (Desarrollo de la tala de teca en Tailandia 1896-1960) Salarirat Dolarom, Universidad de Silpakorn, Tailandia, 1985
(2) Ídem (1)
(3) Sección 30 bajo la Ley Nacional de Bosques en Reserva B.E. 2019 y Sección 41 bajo la Ley de Parques Nacionales 2019. Ver la Ley de Parques Nacionales 2019, Versión en inglés aquí.
(4) Sección 64 bajo la Ley Nacional de Bosques en Reserva B.E. 2019
(5) Tailandia. La imposición de los parques nacionales: la lucha del pueblo Karen por sus bosques y su supervivencia, Boletín del WRM 254. Marzo de 2021; y ¡ALERTA! Comunidades indígenas Karen están en peligro después de regresar a su territorio ancestral en Tailandia