Dedicar otro boletín mensual del WRM al tema de la minería se justifica por el hecho de que nuestros aliados en las regiones de los bosques en América Latina, África y Asia nos cuentan, con gran preocupación, la fuerte y constante expansión de las actividades que la minería ha tenido en sus regiones en los últimos 10 a 15 años. Esta actividad entró en áreas cada vez más remotas en busca de depósitos minerales cada vez más escasos. En ese período, varios países aumentaron en casi 10 veces el número de concesiones dadas por los gobiernos a las empresas mineras. Al mismo tiempo, también aumentó el número de contratos bilaterales entre países del norte y del sur para garantizar el acceso privilegiado de las empresas de esos países del norte a determinados minerales.
Junto al avance del sector empresarial crece también otro tipo de minería, curiosamente llamada “artesanal”, y se da, sobretodo, en los países del sur. La contribución del sector “artesanal” no es pequeña; en la extracción de oro, por ejemplo, este sector contribuye en el 12% del total del oro extraído anualmente (1). Sin tener nada de artesanal en el sentido de crear algo, como una obra de un artesano, se trata de una actividad que involucra aproximadamente a decenas de millones de personas, en su gran mayoría en busca de medios de sobrevivencia, colocando en riesgo su salud, su seguridad, muchas veces incluso su propia vida, debido al alto índice de accidentes y conflictos violentos.
Es necesario reflexionar sobre cómo el sector empresarial minero y las instituciones financieras que apoyan y que invierten en el sector, como el Banco Mundial, lidian con la minería “artesanal”. Por ejemplo, según un sitio de internet auspiciado por la industria canadiense de minería (2) - una de las mayores del mundo -, la minería “artesanal” muchas veces ocurre cerca o dentro de las concesiones de la minería empresarial. Describen a la minería artesanal como una actividad “informal” o “ilegal”, que no paga impuestos o royalties; ineficiente en términos de productividad; realizada sin protección a la salud del trabajador; que provoca degradación ambiental; y que afecta negativamente a las comunidades locales al generar conflictos con la llegada de muchos trabajadores externos. La impresión que se tiene en esta descripción, que también afirma que la minería “artesanal” puede dañar la “reputación” de la minería empresarial a gran escala, es que el problema en sí es la minería “artesanal” y no la minería empresarial.
En este boletín no queremos dejar dudas de que el verdadero problema son las grandes empresas mineras, transnacionales y estatales, y otras que negocian con los productos de la minería. A pesar de sus políticas de “responsabilidad social” para justificar sus actividades, contribuyen para que la destrucción avance cada vez más. La mayoría de los artículos en este boletín reflexionan sobre la gran destrucción dejada por las grandes empresas del sector. Por ejemplo, la destrucción que ocasiona la transnacional brasileña Vale, en Brasil y en más de 30 países, que llevó a una resistencia articulada de las comunidades y trabajadores afectados a nivel internacional (vea artículo sobre la empresa Vale en este boletín). También contamos con artículos sobre la expansión de la industria extractiva en la Cuenca del Congo y Ghana en África y otro sobre la industria minera en Indonesia, un artículo de América Latina sobre la creciente criminalización en dicha región - provocada por las empresas en sintonía con los gobiernos nacionales - de líderes comunitarios, movimientos sociales y organizaciones de apoyo que se oponen a la minería, y sobre el impacto de dicha industria sobre las mujeres y las y los niños. Otro artículo trata sobre la reciente tendencia de las grandes empresas en esta era llamada de “economía verde” de invertir voluntariamente en las llamadas “compensaciones” por la biodiversidad. Las mineras pueden así justificar la entrada y la destrucción de áreas de alto valor en términos de biodiversidad – y generalmente con comunidades habitando en éstas áreas – diciendo que van a conservar un área con un valor considerado “equivalente” o “mayor” en términos de biodiversidad.
El sitio de internet de la industria canadiense de minería destaca que hay una tendencia al mayor “compromiso” del sector empresarial con el sector “artesanal”. Por ejemplo, cuando dice que “ayuda a gestionar”, que está preocupado por “minimizar los riesgos” y que pretende “ayudar en actividades de exploración”, resaltando también que este “compromiso” puede ser parte de las estrategias adoptadas hoy día por muchas empresas con “Responsabilidad Social Corporativa” en general. No obstante, como sucede también en otros sectores, el sector empresarial tiene interés en que las actividades de minería “artesanal”, nada despreciables en términos de producción a pesar de ser llamada de “ineficiente”, sean de alguna forma integradas en sus propias actividades de extracción. La tercerización de la producción es una moda global siempre que genere más beneficios que pérdidas financieras para las empresas. En la práctica, lo que se ve es un tipo de “compromiso” por el cual el sector empresarial se aprovecha de la entrada de la minería “artesanal” en áreas ricas en minerales para “preparar el terreno”, y así darle entrada a una gran empresa debidamente “legalizada” por el gobierno. Este fenómeno, por ejemplo, sucede en Brasil y Colombia, y muestra que detrás de la explotación “ilegal” existe una demanda en el mercado y toda una cadena empresarial que sale beneficiada.
Lo cierto es que la entrada de tantas personas a la minería “artesanal”, muchas veces sin condiciones de sobrevivir o incluso luego de haber sido expulsados de sus propios territorios, es solo uno más de los graves impactos de un modelo de producción y consumo que incentiva la expansión de la minería por todo el mundo. Este modelo, dominado por transnacionales cada vez más grandes, resulta en la pérdida de territorios comunales, la destrucción de bosques, el consumo exorbitante de agua y una contaminación sin comparaciones. Ese modelo estimulado por la industria extractiva y por otros grandes proyectos continúa prometiendo “desarrollo” pero sigue generando más pobreza para las comunidades locales.
Parece que nada puede detener el ritmo de la expansión de las actividades de extracción minera, a no ser una caída temporal en los precios de la oferta relacionada a la demanda, como ocurrió con el carbón mineral y el mineral de hierro. Pero en general, durante los últimos 10 a 15 años, los precios y la demanda creciente fueron lo suficientemente atractivos para las empresas como para impulsar una gigantesca expansión. Esto dentro de una economía globalizada únicamente enfocada en incentivar el consumo. Desde hace años la venta de teléfonos celulares bate récords y nuevos productos “imperdibles” salen todo el tiempo a la venta prometiendo más “felicidad”. Sin embrago, para fabricar un teléfono celular, una computadora o una pantalla de televisión, se necesitan entre 40 y 60 materias primas, tales como litio, tantalio, cobalto y antimonio, que en su mayoría se encuentran en países del sur y cada vez son más difíciles de adquirir (vea boletín 188 de WRM, marzo de 2013). Pero parece que la realidad perversa creada en la carrera por esas materias primas, que ayuda a destruir los bosques, tomar territorios usados por comunidades y destruir vidas de trabajadores en las actividades “artesanales” e industriales, no sensibiliza a los consumidores, mucho menos a los accionistas e inversionistas de las empresas mineras que se benefician.
A nuestro entender, todo esto justifica esta nueva contribución, para así divulgar los graves impactos del sector empresarial minero y buscar sensibilizar cada vez más personas sobre la necesidad de cambiar el modelo de producción destructivo y colonizador que caracteriza el sector minero.{0> <0}
Constatamos que es imposible “humanizar” este modelo, adecuarlo a reglas ambientales firmes o reformarlo de alguna otra forma. Es importante priorizar la lucha contra este modelo y solidarizarnos con las comunidades y los millones de personas que están en la minería “artesanal” por una cuestión de sobrevivencia.
Asimismo, es necesario pensar otro mundo donde no sea necesario extraer decenas de sustancias en los lugares más remotos o aislados del mundo, plantar monocultivos a gran escala e implementar grandes obras de infraestructura para facilitar el drenaje y la exportación de los productos hacia los centros de consumo. Un mundo que priorice el bienestar de todos y no la “felicidad” del consumo sin límites.
1) https://en.wikipedia.org/wiki/Artisanal_mining
2) www.miningfacts.org