El Departamento de Río San Juan queda en la frontera sur de Nicaragua, con Costa Rica, y el municipio de El Castillo queda sobre el río entre el Lago de Nicaragua y el Caribe. Durante la década de 1980 los Estados Unidos nos atacaron con una guerra de baja intensidad que además desgastó la economía y desarraigó a las familias nicaragüenses. Al final de la guerra, en los noventa, emigraron hacia el municipio doce mil personas procedentes de Costa Rica y de otras zonas del país. Esta migración masiva hizo aun más necesario planificar adecuadamente el manejo de los pocos recursos de la comunidad: su población y sus bosques.
Se realizó un proyecto para mejorar las condiciones y calidad de vida de la población, aportándoles elementos e instrumentos para mejorar su espacio vital, asentar las bases de su desarrollo sostenible y consolidar su arraigo en la zona. Esto era necesario dado que los dos proyectos de mayor escala preexistentes en la región, la palma africana y la raicilla (Cephaelis ipecacuanha), dejaron de ser económicamente viables debido a la baja especulativa de los precios internacionales de estos productos.
La actividad maderera de la zona es lucrativa para las grandes empresas pero no para los campesinos dueños del bosque. La deforestación durante la última década se aproxima al 70% del área boscosa, provocando un cambio significativo en el microclima, los cursos de agua y ecosistemas. La vocación forestal de los suelos hizo que la siembra de árboles para la protección del agua y la introducción de especies frutales fueran opciones.
Decidimos trabajar con 250 fincas, en un proceso participativo, considerando que el ambiente está compuesto por el ser humano y el resto del ambiente. Considerar que el ambiente no incluye al ser humano es un desatino a-científico.
La planificación participativa de fincas se dio entre las y los habitantes de las fincas y los animadores del proceso (técnicos forestales y agropecuarios) bajo la supervisión de una mujer, para reforzar el componente de género tan ausente. En 7 pasos definieron la finca actual, la finca potencial y la finca soñada. Esta planificación permitía definir el área actualmente ocupada por bosque para su manejo, el área de vocación y/o uso agrícola y aquella con potreros y de orilla de ríos con potencial para reforestación.
El primer año se establecieron 30 viveros, con semilla recolectada localmente. Esto generó un ingreso e interés económico por el bosque, tanto para el recolector como para el acopiador locales y la redistribución de biodiversidad seleccionada en la región.
Desde el inicio se notó un gran interés de parte de la población en reforestar con frutales (1). Esto pareciera razonable y también asegura el cuidado de los árboles, dado que tienen un uso conocido y beneficio real directo para el productor. Como se mencionó, la extracción de madera en Río San Juan ha beneficiado esencialmente a los madereros, dado que es muy difícil para la población obtener permisos de extracción maderera, aun en sus propias fincas. El resultado final fue una reforestación de132 hectáreas con especies maderables nativas (2) y 626 hectáreas con frutales.
La conjunción de espacios protegidos por los campesinos permitió también la formación de pequeñas reservas colectivas, las cuales aun estando bajo la propiedad territorial de campesinos individuales, al colindar en las partes extremas de las fincas, se convirtieron de facto en micro reservas (50 a 200 hectáreas de no uso agropecuario o forestal, debido a la dificultad de acceso).
Se diseñó y montó un sistema de información geográfica para sistematizar los datos de las fincas. No se ha podido consolidar esta información dado que el proyecto sólo duró dos años y no hubo financiamiento para darle continuidad. Más de 1.000 manzanas quedaron sembradas y grandes volúmenes de frutas serán producidos. Hay que planificar qué hacer cuando se tengan 30 mil toneladas de frutas en tres años en el municipio.
El proceso participativo hizo que las prioridades fueran establecidas por la población y permitió reforestar y proteger 363 fuentes de aguas, y además las fuentes de agua potable de los asentamientos de Buena Vista, El Castillo y Laureano Mairena. También se reforestaron las áreas de las escuelas de Buena Vista, Marcelo, Marlon Zelaya y Sábalos.
Uno de los problemas que han surgido es que a pesar de contar con tierras disponibles para reforestación, la población duda sobre la utilidad de volver a sembrar árboles y hacer un manejo forestal, dado que está segura que serán las empresas quienes se beneficiarán de este trabajo. La prueba más clara de ello es que el 80% de las plantas solicitadas por la población fueron de frutales, los cuales pueden utilizar sin tener interferencias de intereses externos.
Los procesos internacionales sobre canje de deuda por bosques o intercambio de depósitos de carbono, han sido mencionados por funcionarios de la capital a la población local, pero ellos dudan de la validez de estas propuestas.
Si por un lado no hubiera una reglamentación que dificulta el aprovechamiento de la madera por la población dueña de la tierra y por otro se diera un real incentivo a los productores para la siembra de árboles maderables, podría verse un cambio. Por ahora lo que sucede es, por ejemplo, que el gobierno austríaco apoya a la región en la operación de un aserrío local y por lo tanto tiene interés en que haya más especies maderables, pero cuando sacan madera sólo le pagan simbólicamente US$ 25 por árbol al dueño de la finca.
En conclusión, la reforestación tiene potencial en los procesos participativos de construcción social del ambiente, tanto por su efecto a corto plazo como en los resultados que podemos esperar a largo plazo con la conservación y uso sostenible de los bosques, aunque falta generar incentivos reales para los campesinos, compartiendo los beneficios tal como lo exige el Convenio de Diversidad Biológica.
(1) Lista de especies frutales utilizadas: Aguacate, Mango, Naranja, Mandarina, Limón, Lima, Café, Pera, Cacao, Pejibaye, Mamón Chino, Anona, Coco, Plátano y Banano.
(2) Lista de especies maderables utilizadas: Cedro Macho, Guapinol, Caoba, Cebo, Fruta Dorada, Pochote, Cedro Real, Laurel Negro, Melina, Jenízaro, Guanacaste, Níspero, Manteco, Roble, María, Camibar, Rosita.
Por Daniel Querol, correo electrónico: gme@tmx.com.ni