En los últimos años se ha registrado un incremento de la participación de las familias productoras rurales, así como la de sus organizaciones económicas y representativas, en las actividades de manejo y conservación de los recursos de la Amazonia brasileña. Principalmente para las poblaciones tradicionales --a las que el enorme déficit socio ambiental del Estado brasileño ha dejado relegadas a la subordinación económica al capital destructor de los recursos naturales--, las alternativas de desarrollo basadas en la resistencia y en la lucha por mejorar sus condiciones de vida y trabajo contemplan la valoración de los recursos de los bosques y, por ende, su manejo.
FASE (Federación de Organismos de Asistencia Social y Educativa) ha instrumentado, en la zona del estuario del río Amazonas, un proyecto de desarrollo local con las comunidades rurales del municipio de Gurupá, en el Estado de Pará. Trabajando con el movimiento sindical y demás organizaciones locales, su objetivo es contribuir a la generación de alternativas de desarrollo basadas en la justicia social, la conservación del medio ambiente y la ampliación de la ciudadanía. Para ello, su metodología de trabajo se basa en la educación popular, mediante la acción directa con los públicos beneficiarios, el fortalecimiento de las organizaciones de base y de los sujetos colectivos autónomos, propuestas de políticas públicas, acciones de defensa legal en la esfera pública e instrumentación de proyectos relevantes de carácter multiplicador.
Ubicado en la llamada "Región de las Islas", entre las ciudades de Belén y Santarén, en el estuario del río Amazonas, el municipio de Gurupá se parece a tantas otras ciudades ribereñas de la Amazonia, en las que el aislamiento y el régimen de las aguas todavía determinan el ritmo de las relaciones sociales y económicas de las poblaciones que tradicionalmente habitan el bosque. Gurupá tiene una superficie total de 8.578 km2 y cerca de 23.589 habitantes (IBGE 2001), de los cuales 6.729 se encuentran en el área urbana y 16.860 en el área rural.
Los indicadores sociales muestran que el desarrollo de Gurupá --pese a haber sido una importante plaza fiscal durante el boom del caucho, a principios del siglo pasado--, está lejos de haber logrado condiciones de vida dignas para la mayoría de la población. El IDH-M (Indice de Desarrollo Humano Municipal) de Gurupá es de 0,396, llegando a niveles de desarrollo humano de países como Gambia (0,398), Guinea (0,397) o Ruanda (0,395). El promedio de años de escolaridad del municipio es de 1,29, mientras que el de Brasil ronda los 5,8 por habitante. Gurupá cuenta con menos de una cama de hospital cada mil habitantes (cuatro es la cifra que recomienda la Organización Mundial de la Salud, OMS) y un médico cada diez mil habitantes (la OMS recomienda diez).
Gracias al pujante movimiento social con que cuenta y a la gran variedad de productos que proporciona el bosque --castaña, madera, açaí (Euterpe oleraceae Mart.), palmito, servicios ambientales, entre otros--, el municipio tiene potencial para desempeñar un papel estratégico en la construcción de referencias de sustentabilidad en la Amazonia. De esta manera, el Proyecto FASE Gurupá, en estos tres años de actividad, ha trabajado no sólo en la generación de estas referencias, sino también en la agregación de metodologías participativas e iniciativas concretas hacia el desarrollo local.
Las actividades de manejo del bosque que realiza FASE con las comunidades de Gurupá, ante todo, fueron pioneras en la Amazonia brasileña. En primer lugar, por entender que esas actividades forman parte de un sistema de producción familiar y/o comunitario y, por lo tanto, deben ser pensadas dentro de la lógica campesina de producción y reproducción. En este sentido, hay que destacar que el uso de los recursos del bosque no se limita a la mera explotación maderera, sino que supone un uso múltiple del bosque por parte de estas poblaciones. En segundo lugar, esas actividades se realizan a largo plazo y, por lo tanto, garantizarles la tierra a las familias productoras es una condición básica para el desarrollo sustentable de dichas actividades. Por último, la necesaria elaboración, negociación y aprobación de una ley que incluyera a las organizaciones comunitarias para legalizar sus actividades de manejo del bosque, que no eran contempladas en el sistema jurídico forestal brasileño.
En lo que se refiere a la metodología de manejo, FASE también introdujo innovaciones en la planificación de la explotación maderera, adaptándola a la realidad de las familias productoras según la extracción del número de árboles/especies a explotarse al año y no según el tamaño del terreno, que, por lo general, es lo que hacen las empresas forestales y lo que recomienda IBAMA. De esta manera, el manejo forestal se adaptó a la magnitud de los recursos de Gurupá, lo que también puede hacerse en otros municipios aledaños.
La aprobación del Plan de Manejo Comunitario de Bosques de Camutá del Pucuruí en el año 2001 --el primero del Estado de Pará-- dio paso a otras iniciativas de manejo comunitario en la Amazonia oriental. Las acciones realizadas desde 1999, de regularización de la tenencia de la tierra, elaboración e instrumentación de Planes de Uso para la planificación, gestión y control territorial, elaboración de inventarios forestales y legalización de los mismos ante el organismo que regula la actividad (IBAMA) y planificación de la explotación y comercialización, redundaron en la explotación forestal de 102 m3 de madera en troncos durante este primer año 2002, comercializados a un precio promedio de 80 dólares el metro cúbico, lo que representa un aumento del 233% respecto del precio logrado anteriormente por las familias que se dedican a esta actividad. Además de lo anterior, el control de los impactos sobre el bosque mostró que con las técnicas utilizadas en las operaciones de corte y extracción la cifra promedio de árboles dañados por hectárea, con un diámetro superior a los 30cms. (DAP), era de 11, lo que demuestra la sustentabilidad de la explotación de bajo impacto recomendada por FASE, ya que mediante la explotación convencional esa cifra asciende a los 27 árboles por hectárea.
Como consecuencia de esta acción, se aprobó otro plan de manejo maderero, el primero de los quilombolas (1) de Gurupá (ARQMG), en la comunidad de Camutá del Ipixuna. En este sentido, se amplió la oferta de productos y, para la zafra 2003, se espera obtener 800 m3 de madera, que ya tienen comprador. Al mismo tiempo, IBAMA aprobó dos planes de manejo de palma de açaí nativa de otras dos asociaciones, en los que se contempla la extracción asociada de palmito y açaí. Hay que señalar que los planes de manejo de palma de açaí recomendados por IBAMA están orientados solamente a la explotación de palmito, lo que ha generado una intensa devastación de esta palma en la región. La extracción asociada de palmito y açaí ha permitido un aumento de hasta 30% en la producción de la fruta, lo que genera un ingreso bruto promedio por mes/familia de 124 dólares, contra los 65 dólares percibidos anteriormente sin este manejo.
Los factores que obstaculizan el incremento del manejo comunitario de bosques, como la falta de mercados y de formación y capacitación de las familias productoras, elevados costos para poder satisfacer las exigencias legales y regularizar la tierra, aún existen. Aunque el tema del manejo comunitario de bosques esté en el debate y se hacen esfuerzos para llevar a buen término las iniciativas al respecto, todavía es necesario superar los obstáculos político institucionales y financieros que existen. En este sentido, el Estado desempeña un papel clave, principalmente en lo que concierne a la revisión de las exigencias legales para la aprobación de los planes de manejo, instrumentación de un programa de fomento del bosque y creación de líneas de crédito especiales para el manejo comunitario de los bosques de la Amazonia. Además, deberá promover proyectos que, como el que realiza FASE en Gurupá, hoy se presentan como iniciativas aisladas aunque relevantes, e incluirlos como acciones estratégicas dentro de un programa de desarrollo regional.
(1) Así se les llamaba a los esclavos que huían de sus amos y se refugiaban en lugares de difícil acceso denominados quilombos [Nota de la T.].
Por Paulo Oliveira, coordinador ejecutivo de FASE Gurupá, correo electrónico: gurupa@amazon.com.br