Durante muchos años, el movimiento ambientalista australiano prefirió no encarar el tema de las plantaciones como tal, dado que se pensaba que en el contexto de Australia las mismas podrían constituir una alternativa frente a la corta del bosque nativo. Sin embargo en la actualidad esta situación ha cambiado: el movimiento verde de Tasmania, por ejemplo, se opone al establecimiento de nuevas plantaciones forestales.
Tal es el resultado del proceso denominado “Acuerdo Forestal Regional” (RFA), cuyo propósito es retirar al Gobierno Federal de los conflictos vinculados al tema forestal con los estados, permitiéndoles una expansión ilimitada de la producción de "chips" (madera en astillas para celulosa) para exportación, a cambio de lo que se ha dado en llamar “un sistema de reservas integral, adecuado y representativo” (CAR, por su sigla en inglés). Ni que hablar que los RFAs firmados hasta la fecha han dado como resultado el establecimiento de reservas que no son adecuados ni tienen carácter científico. En cambio las exportaciones de chips sí que han aumentado drásticamente.
En Tasmania se está dando un proceso masivo de deforestación y sustitución del bosque por plantaciones, que ha sido estimado por fuentes oficiales en el orden de 100.000 hectáreas anuales. El gigante de la minería australiana NORTH ha formado una joint-venture con Mitsubishi para apropiarse de 23.000 hectáreas en un período de 10 años. Otra megaempresa, Weyerhaeuser, de EE.UU., ha adquirido recientemente plantaciones estatales que fueron privatizadas en el estado de Victoria y está procurando invertir en Tasmania.
En cuanto a la política del gobierno hay todavía mucho más para estar preocupado. Se han generado una serie de medidas para aumentar la tala del bosque nativo, bajo el disfraz del establecimiento de plantaciones. En especial el así llamado programa “Plantations Vision 2020", cuyo objetivo es aumentar al doble el área de plantaciones para el año 2020, haciéndolo con apoyo del Gobierno Federal.
El Gobierno Federal procura ahora utilizar el Protocolo de Kyoto como otro medio para apoyar a la industria de la madera, promoviendo "sumideros de carbono” mediante el establecimiento de plantaciones. El Ministro Federal de Medio Ambiente Robert Hill ha sido muy vago en sus expresiones relacionadas con el tema, asegurando que no se instalarían más plantaciones --para ser intercambiadas por créditos contra emisiones de carbono-- en detrimento de los bosques nativos.
Poca gente sabe que Australia tiene una industria forestal voraz y destructiva. A ella se le ha dado ahora vía libre para la exportación de "chips". Actualmente se exportan alrededor de 7 millones de toneladas anuales a Japón (para Mitsubishi, Daishowa, New Oji, etc.), que representan aproximadamente el 40% de las importaciones de chips de madera dura para Japón. Esta producción viene de un continente cuya área forestal es de tan sólo un 5% de su superficie total. NORTH es un actor muy importante en la industria nacional y un gran propietario de plantaciones. En Tasmania las mismas alcanzan las 150.000 hectáreas. La empresa está cortando bosques ancestrales para sustituirlos por plantaciones.
Existe preocupación de que las referencias al manejo “sustentable” de los bosques nativos y al establecimiento de plantaciones que aparecen en los documentos del Panel Intergubernamental sobre Bosques estimulen a países como Australia a seguir adelante con sus actuales tasas de deforestación y sustitución de bosques. El término “árboles nativos” puede llevar a que los monocultivos proliferen, puesto que el Eucalyptus globulus es “nativo” de Tasmania, si bien ha sido objeto de ingeniería genética y establecido más allá de los límites de su área de dispersión natural.
Fuente: Tim Cadman, Native Forest Network, Australia