Aun haciendo cálculos conservadores, en Ghana queda menos del 25% de los bosques que había en la época precolonial. La mayor parte de la deforestación fue causada por los madereros y los políticos, si bien éstos tratan de culpar a los agricultores. Pero lo cierto es que durante el siglo veinte los agricultores tuvieron escaso control sobre los árboles de sus tierras. Los colonizadores británicos les dieron a los jefes locales derechos sobre la madera –derechos que muy pronto vendieron a los madereros-- o bien les ordenaron talar el bosque y reemplazarlo con plantaciones de cacao.
Después de la independencia, el gobierno reclamó la propiedad de todos los árboles y tierras, gran parte de lo cual vendió a los madereros. Los productores de cacao siguieron a los madereros para establecerse en las zonas de bosque recién abiertas. Como los árboles de cacao crecen mejor bajo la sombra, los pequeños productores generalmente conservan la cubierta forestal. Pero décadas de malas políticas forestales y de un departamento forestal corrupto implicaron que los agricultores no recibieran compensación alguna --solamente la ruina de sus campos-- por los árboles que las compañías madereras cortaron en sus tierras. Los funcionarios de gobierno --a menudo sobornados por los madereros--fijaron regalías muy bajas sobre los árboles talados, e incluso muchas veces terminaron no cobrándolas. El auge de la demanda de madera en Asia, combinado con la instalación de nuevos aserraderos con financiamiento del Banco Mundial, sumergieron al sector de la madera ghanés en una profunda crisis.
Las reformas de la década de 1990 llegaron demasiado tarde y fueron insuficientes. Después de presiones importantes de la sociedad civil y los organismos financieros, el gobierno aplicó con renuencia algunas reformas simbólicas como para dar a entender que daba participación a las comunidades en algún que otro proyecto. Pero los agricultores todavía no tienen voz ni voto en materia de política forestal, en cuanto a si su tierra es dada en concesión, o qué compañías son las que están talando árboles en su patio trasero.
Culpando a los agricultores, los políticos y los madereros evaden su responsabilidad. Lo mismo ocurre en Madagascar, Senegal y varios otros países de toda África. Después, académicos ingenuos y compañías internacionales de la agroindustria interesadas en proteger sus intereses propagan esas historias sobre las prácticas destructivas de los agricultores de roza y quema. Las compañías de fertilizantes dicen que los gobiernos deben lograr que los agricultores de “roza y quema destructivos” compren más fertilizantes para aumentar la productividad en la tierra ocupada y así evitar la expansión agrícola. Las empresas de biotecnología argumentan que las nuevas semillas manipuladas genéticamente permitirán a los agricultores aumentar sus ganancias en los predios ya existentes. Mientras, los verdaderos villanos se esconden a nuestra mirada y perdemos la oportunidad de introducir cambios reales en la política y el gobierno a efectos de fomentar la conservación y la rehabilitación de los bosques.
Por: Aaron deGrassi, correo electrónico: degrassi@ocf.berkeley.edu
Artículo basado en: deGrassi, Aaron (2003). Constructing Subsidiarity, Consolidating Hegemony: Political Economy and Agro-Ecological Processes in Ghanaian Forestry. Washington, DC: World Resources Institute. Environmental Governance in Africa Working Paper No. 13. deGrassi, Aaron (2003). (Mis)Understanding change in agro-environmental technology in Africa: Charting and refuting the myth of population-induced breakdown. In, Zeleza, P. T. and Kakoma, I. (eds.), In search of modernity: Science and technology in Africa. Trenton: Africa World Press. pp. 473-505.