La producción industrial de aceite de palma en África Occidental y Central está controlada principalmente por cinco multinacionales y podría dar lugar a una expansión continua. Las plantaciones están acaparando grandes extensiones de tierra. La tierra y el agua son interdependientes, pero la crisis del agua no existiría si las empresas no hubieran arrebatado la tierra a las comunidades.
Artículos del boletín
Las comunidades indígenas afectadas por la contaminación de la actividad petrolera, se ven además impedidas de acceder a agua limpia para su consumo y uso. En la Amazonía norte peruana, cien comunidades y sus federaciones indígenas llevan una lucha unitaria, constante y articulada desde hace once años, en defensa de sus territorios y ríos.
Los habitantes de la Isla Pari ven cómo con mayor frecuencia sus casas y negocios quedan sumergidos bajo el mar. Además de sus luchas contra el turismo industrial, cuatro residentes de la isla han iniciado una acción legal contra uno de los mayores emisores de dióxido de carbono del mundo y, por lo tanto, uno de los principales responsables de su situación: la compañía de cemento Holcim.
El río Beni, en la Amazonía boliviana, está amenazado. Mientras el gobierno busca instaurar mega-represas que inundarían una área mucho mayor a la cobertura urbana de La Paz, la capital, la minería y su contaminación con mercurio siguen enfermando la vida en esos territorios.
No hay otro cultivo que en la última década haya crecido más rápido a escala mundial que el aceite de palma. Esta expansión deja una larga secuela de destrucción y conflictos en torno a sus gigantescas áreas de plantaciones, desde el sudeste asiático hasta África occidental y central. Estas tierras acaparadas también se llevan sus fuentes de agua.
El discurso de la 'transición energética' se ha utilizado para justificar la expansión de la frontera extractiva minera. Sin embargo, además de la contaminación local y de los impactos sobre los bosques y pueblos, la extracción y el procesamiento de minerales requieren grandes cantidades de agua, con efectos duraderos y de gran alcance en los territorios.
Los combustibles fósiles son la causa principal del caos climático – pero las condiciones para esta crisis han sido creadas por las interconexiones y dependencias entre el colonialismo, el racismo, el patriarcado y la explotación de clases. Por tanto, abordar el caos climático es abordar las desiguales relaciones de poder en las que se basa el capitalismo con su dependencia de combustibles fósiles.
Productores Independientes de Piray (PIP) en Misiones, Argentina, se conformó en 2005 para frenar el avance del monocultivo de pinos de la multinacional Arauco, y recuperar la tierra. El WRM conversó con Miriam Samudio, una referente de la familia de PIP, para reflexionar sobre el proceso de lucha y los aprendizajes adquiridos.
El río Mekong, que en sus casi 5.000 km. atraviesa seis países y sostiene la vida y las formas de sustento de millones de personas, está gravemente amenazado debido a la constante construcción de mega represas. Las comunidades resisten lo que podría ser la lucha final para salvar lo que resta del río... y de sus vidas.
La palma aceitera en Brasil se viene extendiendo sobre todo en el estado amazónico de Pará. BBF (Brasil BioFuels), la mayor empresa en Brasil, tiene acusaciones por crímenes ambientales y violencia contra comunidades, como la comunidad de Virgílio Serrão Sacramento, vinculada al Movimiento de Pequeños Agricultores (MPA).
En Indonesia, más de 10 millones de hectáreas están controladas por la industria de la celulosa y el papel, principalmente por dos gigantes empresariales: APP y APRIL. A pesar de que sus compromisos para proteger bosques y turberas, ambas siguen vinculadas a la deforestación, los incendios forestales y a un modelo de negocios que conlleva violencia, así como la criminalización y el desalojo de las comunidades del bosque. (Disponible en indonesio).
Actualmente existen en Ecuador 270 000 hectáreas de tierras con plantaciones de palma aceitera, siendo Esmeraldas la región con mayor expansión. Los contantes procesos de resistencia de las comunidades La Chiquita, Guadualito y Barranquilla de San Javier siguen generando indignación y solidaridad entre pueblos e internacional.