Artículos del boletín

Productores Independientes de Piray (PIP) en Misiones, Argentina, se conformó en 2005 para frenar el avance del monocultivo de pinos de la multinacional Arauco, y recuperar la tierra. El WRM conversó con Miriam Samudio, una referente de la familia de PIP, para reflexionar sobre el proceso de lucha y los aprendizajes adquiridos.
El río Mekong, que en sus casi 5.000 km. atraviesa seis países y sostiene la vida y las formas de sustento de millones de personas, está gravemente amenazado debido a la constante construcción de mega represas. Las comunidades resisten lo que podría ser la lucha final para salvar lo que resta del río... y de sus vidas.
La palma aceitera en Brasil se viene extendiendo sobre todo en el estado amazónico de Pará. BBF (Brasil BioFuels), la mayor empresa en Brasil, tiene acusaciones por crímenes ambientales y violencia contra comunidades, como la comunidad de Virgílio Serrão Sacramento, vinculada al Movimiento de Pequeños Agricultores (MPA).
En Indonesia, más de 10 millones de hectáreas están controladas por la industria de la celulosa y el papel, principalmente por dos gigantes empresariales: APP y APRIL. A pesar de que sus compromisos para proteger bosques y turberas, ambas siguen vinculadas a la deforestación, los incendios forestales y a un modelo de negocios que conlleva violencia, así como la criminalización y el desalojo de las comunidades del bosque. (Disponible en indonesio).
Actualmente existen en Ecuador 270 000 hectáreas de tierras con plantaciones de palma aceitera, siendo Esmeraldas la región con mayor expansión. Los contantes procesos de resistencia de las comunidades La Chiquita, Guadualito y Barranquilla de San Javier siguen generando indignación y solidaridad entre pueblos e internacional.
Una conversación con el presidente de la Asociación Quilombola de Volta Miúda y de la Cooperativa Quilombola del Extremo Sur de Bahía reveló cómo Suzano, la mayor empresa de papel y celulosa del mundo, sigue operando con graves violaciones e ilegalidades. Las comunidades siguen luchando por recuperar sus tierras.
El modelo de ‘conservación’ en India continúa cercando bosques y expulsando comunidades en un intento deliberado de sabotear la Ley de los Derechos sobre los Bosques, que fortalece la autoridad de las comunidades sobre sus bosques. Mientras tanto, las empresas pueden destruir los bosques, incluso dentro de las áreas de conservación.
Este boletín se centra en una causa central de deforestación y del despojo a gran escala que sufren los pueblos de los bosques: la imposición de concesiones de tierras como instrumento para separar, dividir y cartografiar la tierra en beneficio de intereses económicos y políticos. Este editorial alerta sobre el acaparamiento de grandes cantidades de hectáreas para Concesiones de Carbono.
El control de la tierra fue vital para los colonizadores. Era riqueza, control territorial, acceso a ‘recursos’ y mano de obra barata (y a menudo esclava). Separar a los habitantes indígenas de sus territorios fue un componente crucial que persiste hasta hoy. El efecto de esta historia sigue influyendo en el manejo de la tierra así como en los conflictos en torno a ella.
Las empresas británicas no solo controlaban el 80 por ciento de las ‘tierras madereras’ establecidas en Tailandia, sino que también influyeron en la creación del Departamento Forestal Real, que llegó a tener poder absoluto sobre los bosques de la nación. Los acaparamiento masivos de tierra y varias leyes coloniales convirtieron la mitad del territorio del país en una colonia del estado central.
Lo que la historiografía llama de expansión civilizatoria o del capital es, en realidad, la invasión y desterritorialización de pueblos y comunidades con una gran violencia epistémica y territorial. Las concesiones se están haciendo sobre áreas que no son vacíos demográficos; un concepto colonial que ignora que estas zonas están ocupadas desde hace milenios.
Muchas concesiones para plantaciones de palma aceitera en África Occidental y Central se crearon sobre tierras robadas a las comunidades durante las ocupaciones coloniales. Tal es el caso en la RDC, donde la empresa Unilever inició su imperio de aceite de palma. Hoy estas plantaciones siguen siendo lugares de pobreza y violencia constantes. Es hora de poner fin al modelo colonial de concesiones y devolver la tierra a sus auténticos dueños.