Agronegocio
La agricultura industrial de unos pocos productos comercializados a nivel mundial (como la soja, el maíz y el arroz) y la producción de carne, ambas orientadas a la exportación, destruyen los bosques, la diversidad de semillas y los sistemas agrícolas a pequeña escala, destryuen los patrones establecidos de uso de la tierra y amenazan la soberanía alimentaria.
Invitamos a organizaciones de Brasil, y también de otros países, a firmar esta carta -hasta el 21 de septiembre- para fortalecer nuestra lucha y resistencia contra los impactos de las corporaciones en nuestros territorios.
Las comunidades confrontan los desastres impuestos por las corporaciones y las élites desde hace tiempo. Para ellas, la “emergencia” ya era una realidad mucho antes del Covid-19. Sin embargo, aquellos que buscan lucrar abusan de la situación para acaparar más tierras.
Desde su primer día en el poder, el gobierno de Bolsonaro intenta desmantelar los derechos constitucionales de los Pueblos Indígenas y quilombolas en Brasil. La pandemia sirve de cobertura para intensificar aún más estos ataques.
Las industrias del agro y la producción cárnica se sacaron la lotería con la pandemia del Covid-19. Pero mientras los de arriba se benefician, a los de abajo les llega devastación. Las consecuencias son fatales. Se viene una nueva ola de ajuste estructural que se centrará en aumentar la inversión extranjera en el agronegocio y las exportaciones de productos agrícolas.
Miembros del Comité Asesor del WRM fueron invitados a contribuir en este Boletín especial con reflexiones sobre la situación devastadora de profundización de injusticias que las comunidades del bosque y familias campesinas alrededor del mundo vienen confrontando con la pandemia.
Mientras que en la prensa se podía ver fácilmente el humo de los incendios forestales en Brasil, mucho más difícil era ver lo que había tras la cortina de humo del gobierno brasileño: acciones que llevarán a la selva a una rápida muerte.
La "conmoción" es una reacción común cuando surge una crisis ... o cuando esta sale a la luz. Pero también es una conveniente cortina de humo para los gobiernos, las instituciones financieras y las empresas, detrás de la cual han podido ocultar su responsabilidad en la actual crisis de los bosques.
El gobierno afirma que la agricultura a pequeña escala es la responsable de la deforestación. Pero esta afirmación ignora las políticas del gobierno en conducir cambios en el uso de la tierra y mercados destructivos así como la exclusión de los pueblos indígenas con la creación de reservas.
Es imposible pensar en extracción, sin pensar en una vasta red de infraestructura complementaria y, por tanto, en una deforestación y destrucción incluso más amplia.
La construcción de carreteras, líneas ferroviarias y otra infraestructura que vincula los centros de producción y extracción de recursos con las zonas de consumo, tiene estrecha relación con una planificación elitista, profundamente antidemocrática.
Los corredores de mega-infraestructura priorizados en los ambiciosos programas de inversión que atraviesan el continente africano apuntan decididamente a facilitar la exportación de minerales y mercancías agrícolas y la importación de productos manufacturados.
Mientras la destrucción de territorios de bosques continúa, más promesas y programas se llevan a cabo en nombre de “enfrentar la deforestación y el cambio climático”.