Áreas protegidas
El modelo de conservación de “parques sin gente” tiene sus raíces en los Estados Unidos del siglo XIX. El modelo se expandió por todo el mundo y dio lugar a una industria elitista de la conservación dominada por grandes ONGs conservacionistas. Se ha convertido en otra gran amenaza para la supervivencia física y cultural de las comunidades que dependen del bosque así como para sus conocimientos y prácticas ancestrales de conservación.
Los indígenas Ngäbe-Buglé soportaron criminalización, masacre y brutal represión para defender su territorio. Lograron que el gobierno de Panamá prohibiera la minería y las hidroeléctricas en su comarca. Sin embargo, otra embestida llegó desde las ONGs conservacionistas.
Este editorial busca alertar sobre las agendas de las empresas que dominan los procesos internacionales relacionados con los bosques, los cuales parecen estar entrando en nuevas fases. Las decisiones adoptadas tienen impactos muy reales en las comunidades de los bosques.
Este artículo destaca algunos conceptos que suelen presentarse como positivos pero que en realidad sirven intereses económicos que perjudican a los bosques y comunidades.
El dinero que el Gobierno de la India recauda de compañías que destruyen los bosques - como las mineras - se está utilizando para hostigar, perseguir y desalojar a las comunidades de las llamadas Áreas Protegidas.
El gobierno afirma que la agricultura a pequeña escala es la responsable de la deforestación. Pero esta afirmación ignora las políticas del gobierno en conducir cambios en el uso de la tierra y mercados destructivos así como la exclusión de los pueblos indígenas con la creación de reservas.
El BIOFUND, un fondo de conservación para financiar áreas protegidas de Mozambique pretende usar las compensaciones por pérdida de biodiversidad para obtener recursos y especular en los mercados financieros.
Los graves abusos cometidos en el Parque Nacional de Salonga por guardaparques financiados por el WWF y otros donantes, son tan solo los últimos eventos en ser documentados. Este es un problema más amplio sobre derechos humanos e intervención colonial en los bosques.
Si antes las organizaciones conservacionistas se dedicaban a recaudar dinero para crear áreas protegidas en bosques supuestamente amenazados de destrucción, hoy éstas forman una verdadera "industria" trasnacional que administra y controla áreas que van mucho más allá de los bosques.
Las ONGs conservacionistas se están asociando cada vez más con empresas que, de hecho, son las principales causantes de desastres ambientales y sociales. Incluso presentan a sus socios empresariales como parte de las “soluciones”. Pero, ¿cuáles son las soluciones que buscan y para quién?
ONGs conservacionistas que trabajan en Surinam han aumentado la presión sobre el pueblo indígena Wayana. Después de años de tratar a las comunidades del bosque de forma verticalista, los Wayana han decidido buscar su propio camino, uno acorde a su manera de pensar y vivir.
Bajo el disfraz de la “conservación”, los Maasai han sido desplazados y despojados de sus tierras a lo largo de ochenta años, sobretodo en el norte de Tanzania. Este artículo rastrea los orígenes de ese despojo hasta las luchas actuales, que reclaman solidaridad internacional para los Maasai.