Una típica propaganda difundida por intereses comerciales y gobiernos de muchos países tropicales es decir que las plantaciones quitarán presión sobre los bosques nativos. Ellos sostienen que, con suficientes plantaciones, se podría dejar en paz a los bosques nativos ya que aquéllas proporcionarían suficiente madera, volviendo innecesario extraerla de éstos.
Este argumento es una mentira absoluta. En primer lugar, porque las plantaciones y los bosques producen diferentes calidades de madera que apuntan a diferentes mercados. Esto significa que la demanda de madera de alta calidad continuará dependiendo de los bosques nativos mientras que las plantaciones de árboles cubrirán la demanda de madera de menor calidad.
Más importante aún es que, en la mayoría de los casos, los monocultivos de árboles se establecen reemplazando bosques nativos, los cuales son derribados y despejados para hacerles lugar. A través de esta actividad, la empresa de plantación, que a menudo es también la que tala los bosques, dispondrá de madera barata – al talar el bosque – y de tierra fértil hasta entonces ocupada por dicho bosque. En muchos casos, estas empresas ni siquiera establecen la plantación luego de talar y eliminar los bosques nativos – aunque sí venden la madera, obviamente – y abandonan la zona dejando tras ellas un bosque degradado. En Indonesia, millones de hectáreas de bosques degradados han sido el resultado de este proceso.
En resumen, las plantaciones no sólo no “alivian la presión” sobre los bosques sino que son una causa importante de deforestación y degradación forestal.