Es indudable que la temática del cambio climático ha llegado a la opinión pública. Pero en general queda en los titulares y el común de la gente tiende a pensar que es cierto que se avecina un gran problema pero que la ONU está trabajando por resolverlo y que seguramente la ciencia algo inventará.
Entonces los organismos especializados trazan “escenarios”, modelos, proyecciones, complejas fórmulas que presentan el tema de un modo aséptico y despolitizado, sin abordar el origen del problema: el consumo de combustibles fósiles. En cambio, se inventan fórmulas que distraen y dilatan las soluciones. Es lo que ocurre con la idea de que se puede ser “carbono neutro”: los magos del circo meten toneladas de dióxido de carbono en sus galeras, que luego muestran vacías para aplauso del público.
La cosa funciona así: se propone a empresas o individuos que pueden dejar en cero las emisiones de carbono que emiten por sus diversas actividades (su “huella de carbono"). Para ello alcanza con poner dinero en proyectos que supuestamente reducirían de la atmósfera la misma cantidad de carbono que emiten. Esto se ha convertido en otro “nicho de mercado”.
La empresa The Carbon Neutral Company lo ha aprovechado. En su página web ofrece un sistema para calcular la “huella de carbono” de las distintas actividades de personas o empresas: lo emitido en viajes en avión, en auto o en transporte público, o por consumo de energía, calefacción, etc. Todas esas actividades que el interesado va especificando dan un resultado que se mide en toneladas de emisiones de dióxido de carbono. ¡He ahí el rastro delator! Pero a no desesperar, ni pensar en cambiar el estilo de vida, porque la empresa brinda la solución: para “neutralizar” esas emisiones alcanza con invertir determinada cantidad de dinero – también resultante del cálculo – en algunos de los proyectos de su portafolio. Un sector de esos proyectos es, faltaba más, la forestación con plantaciones de monocultivos de árboles.
Pero, al igual que el acto de la galera ¡esto es un truco! Como ya ha argumentado el autor Kevin Smith, no sólo es imposible evaluar con certeza la cantidad de CO2 que absorben los árboles sino que, fundamentalmente, el carbono fósil encerrado en las profundidades de la tierra difiere totalmente del carbono que forma parte del ciclo del carbono vivo. Toda vez que se queman combustibles fósiles el carbono encerrado se convierte en carbono activo. Pero no es posible hacer el procedimiento inverso. El carbono fósil liberado puede ser retenido por un tiempo en la madera de un árbol, pero a la larga, cuando esa madera se queme o se descomponga, ese carbono terminará liberándose nuevamente a la atmósfera, sumándose al carbono activo.
La compensación de emisiones de carbono es un engaño. Los magos del carbono neutro quieren hacer negocios generando un estado de complacencia, y lo más grave es que con eso contribuyen a dilatar la toma de conciencia para la necesaria adopción de medidas drásticas con las que frenar el cambio climático.