Panamá ha perdido el 60 por ciento de sus bosques en un proceso de deforestación en el que, según el último informe del Servicio Forestal, desaparecen unas 50.000 hectáreas de bosques cada año. Las razones que llevan a esta situación son múltiples y complejas, abarcando desde causas externas a internas.
Artículos del boletín
Los intereses empresariales que giran en torno a la palma africana, o palma aceitera, (ver Boletín 47 del WRM) encuentran en México, y más precisamente en Chiapas, un lugar ideal para su negocio, básicamente por la diversidad de climas de la zona, la disponibilidad de mano de obra barata (más aún por su condición de estado fronterizo con América Central, donde abunda la mano de obra indocumentada) y la posibilidad de acceder fácilmente a la tierra de comunidades campesinas que, empujadas y presionadas por las poderosas fuerzas del mercado expresadas en políticas agrarias, pasan a convertirs
El sector forestal argentino está llorando. Se le ha venido a pique el negocio de la plantación a gran escala de monocultivos de especies exóticas de rápido crecimiento con destino a la industrialización de celulosa.
El sistema de producción semi-intensivo aplicado en las granjas camaroneras ubicadas en el departamento de Córdoba, en la región atlántica de Colombia, provoca grandes trastornos al ambiente circundante. Entre otras cosas, implica el vertido constante de grandes volúmenes de agua saturada de desechos orgánicos dentro del estuario de la cuenca baja del río Sinú.
La empresa maderera "Plywood Ecuatoriana S.A.", de propiedad de la familia Alvarez - Barba, terminará por hacer desaparecer los últimos bosques primarios existentes en la zona del Chocó ecuatoriano, específicamente en la provincia de Esmeraldas. Sin embargo, esta empresa depredadora del bosque recientemente ha optado por vestirse de verde.
Muchos gobiernos Latinoamericanos, con el fin de obtener ingresos y satisfacer las condiciones de los programas de ajuste estructural del FMI y apoyados por los préstamos del Banco Mundial, han puesto a disposición de las empresas multinacionales los recursos naturales de sus países y otorgan concesiones a quienes a cualquier costo quieren perpetuar el modelo de explotación en su propio beneficio. Muchos pueblos Latinoamericanos han comprendido que organizados pueden defender sus tierras, sus bosques y su supervivencia.
La última conferencia preparatoria de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sustentable (o Río+10) se está realizando en estos momentos en Bali, Indonesia. En todo el mundo crece el interés y la preocupación por este proceso, que plantea interrogantes sobre la importancia de la próxima cumbre de Johannesburgo para resolver los problemas que enfrenta la humanidad.
Seis países de Africa Central --Guinea Ecuatorial, Gabón, República del Congo (Brazzaville), la República Democrática de Congo (ex Zaire), Camerún y la República Centroafricana-- comparten el ecosistema de bosque tropical de la cuenca del Congo, donde se encuentra uno de los bloques contiguos de bosque tropical más grande del mundo, el segundo después de la cuenca del Amazonas en América del Sur en términos de superficie de bosque no fragmentada.
Liberia es un país rico en biodiversidad, con acantilados rocosos y lagunas que dan al océano Atlántico, con planicies cubiertas por bosques y sabanas, y bosques tropicales en las montañas cruzadas por rápidos y cascadas, lugares que constituyen el hogar de los pueblos Kpelle, Bassa, Gio, Kru, Grebo, Mano, Krahn, Gola, Gbandi, Loma, Kissi, Vai, y Bella. Los bosques perennes y semicaducos de Liberia también son refugio de numerosas especies de flora y fauna, muchas de ellas raras y únicas.
Los variados ecosistemas africanos ricos en diversidad biológica, en especial los bosques tropicales de las regiones central y occidental, fueron perturbados cuando las potencias europeas desembarcaron en esos territorios y los invadieron. La alteración que sufrieron los ecosistemas se extendió a las estructuras sociales tradicionales que quedaron subordinadas a una estructura de poder centralizada en lo referente a la reglamentación y el manejo de la explotación de los recursos naturales.
En la última década, la superficie de plantaciones de árboles de crecimiento rápido en la región de Mekong se ha expandido drásticamente. Las aldeas de la región han visto cómo sus bosques, praderas y tierras de pastoreo fueron reemplazados con monocultivos de eucaliptos, acacia y pino.
A mediados de los años 80, la difícil situación de los pueblos indígenas de Sarawak cobró notoriedad cuando protagonizaron protestas pacíficas contra la destrucción de su hogar, el bosque, por las actividades madereras o las plantaciones agroindustriales para beneficio de grupos comerciales.