“La ciudad brasilera de Vitória debe su nombre a la “victoria” de los colonizadores portugueses contra los originales habitantes indígenas de dichas tierras. Hoy en día, el mismo nombre tiene un significado totalmente diferente. Los pueblos indígenas Tupinikim y Guaraní han retomado las tierras que les fueron robadas por Aracruz Celulose, la gigantesca empresa productora de celulosa. Otras comunidades locales y organizaciones de la sociedad civil se han unido a ellos en la lucha contra esta empresa y sus fábricas, y han logrado debilitar su poder.
Artículos del boletín
Los impactos negativos de las plantaciones de árboles sobre los bosques y sus habitantes fueron señalados por el WRM desde su creación en 1986. La “Declaración de Penang” de 1989, que enunció la visión compartida por los miembros del WRM, identificaba las plantaciones como “parte de las políticas y prácticas que, en nombre del desarrollo, conducen a la deforestación en todo el mundo”.
Desde su origen en 1986, el Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM) se ha interesado en la forma en que los bosques, la tierra y la vida de las poblaciones rurales son afectados por la producción industrial de un amplio conjunto de mercancías: soja, pulpa para papel, petróleo, madera, aceite de palma, maíz, bananas, café y muchas más.
La Iniciativa de Mumbai-PortoAlegre sobre los Bosques pretende servir de plataforma para unir fuerzas y construir la solidaridad entre los actores que trabajan en un amplio espectro de temas relacionados con la justicia social y ambiental y los bosques. La globalización económica afecta cada vez más a las comunidades locales, por lo que la necesidad de crear un movimiento mundial para garantizar los derechos de los pueblos y la conservación de los bosques se convirtió en un imperativo que un grupo de participantes del Foro Social Mundial decidió poner en marcha.
La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) informa que en 16 países del mundo se están llevando a cabo ensayos a campo de árboles transgénicos. La mayoría de estos ensayos se sitúan en Estados Unidos y los restantes están en Francia, Alemania, Gran Bretaña, España, Portugal, Finlandia, Suecia, Canadá, Australia, India, Sudáfrica, Indonesia, Chile y Brasil. Que se sepa, China es el único país que ha establecido plantaciones comerciales de árboles transgénicos, con bastante más de un millón de árboles plantados en diez provincias.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) publicó recientemente su “Evaluación de los recursos forestales mundiales 2005”. El comunicado de prensa que la acompaña comienza con una preocupante declaración, “La deforestación continúa a un ritmo alarmante”, pero de inmediato nos tranquiliza con la segunda línea, “Sin embargo, el ritmo de pérdida de superficie forestal disminuye”. Para muchos esto podría ser algo críptico. Podríamos preguntarnos algo obvio: ¿cómo puede disminuir la pérdida de bosques si el ritmo de deforestación sigue siendo alarmante?
Al igual que prácticamente todos los grandes bosques tropicales contiguos del mundo, los ecosistemas de bosque tropical africanos están bajo la amenaza del madereo como una de las causas subyacentes de la deforestación. Estos bosques tropicales ricos en diversidad son el hábitat no solamente de especies indígenas locales sino de todos los pueblos y especies de la Tierra.
Producción insustentable para un consumo insustentable. Eso es lo que ocurre con el petróleo crudo, pilar de la industrialización y del llamado “crecimiento” moderno propulsado por el libre mercado globalizado.
Sin embargo tiene un costo muy alto que permanece invisible y que los macroeconomistas “externalizan”. Pero para las comunidades locales el costo está lejos de ser externo. Lo sufren en sus propios pulmones, en la piel, los ojos y los úteros, en sus vidas y sus muertes de todos los días.
Sappi, empresa sudafricana de la celulosa y el papel, tiene planes de ampliar la capacidad de su fábrica Sappi Saiccor en más de 200.000 toneladas anuales. Sappi Saiccor es la mayor productora de celulosa química (pulpa que puede disolverse) del mundo. Su fábrica en Umkomaas, unos 50 kilómetros al sur del puerto de Durban, produce actualmente cerca de 600.000 toneladas de celulosa química por año.
La creciente tendencia a establecer extensas plantaciones de palma aceitera ha causado más estragos principalmente en los bosques tropicales, donde esta palma encuentra suelo, agua y energía solar suficientes para cubrir sus necesidades (véase el boletín 47 del WRM).
La industria indonesa de celulosa y papel está imponiendo actualmente una gran presión sobre los bosques. En este contexto se planea construir en la provincia de Kalimantán del Sur una enorme fábrica de celulosa y chips de madera de 1.200 millones de dólares.
El proyecto pertenece a la empresa “United Fiber System” (UFS), perteneciente, entre otros, a inversores suecos. La nueva fábrica de celulosa empeoraría aún más la destrucción actual de los bosques de Indonesia, y agravaría los problemas asociados tanto a escala local como nacional.
Hace más de veinte años que los Penan luchan en Sarawak por sus derechos a las tierras y los bosques, no solamente con barricadas para cortar las rutas que se usan para el madereo sino también con la reclamación legal de sus Derechos Consuetudinarios Nativos ante la justicia. A pesar de la permanente resistencia al madereo y a las plantaciones en su tierra nativa, el gobierno de Sarawak y sus concesionarios --empresas madereras y de plantaciones-- siguen sin respetar los derechos de los Penan sobre su tierra.