Artículos del boletín

En noviembre de 2005, el International Labor Rights Fund (ILRF), amparado en la ley de reclamaciones denominada Alien Tort Claims Act, presentó ante la Corte del Distrito de California de los Estados Unidos un pleito contra la empresa Bridgestone, alegando “trabajo forzado, el equivalente moderno de la esclavitud”, en la plantación de caucho de Firestone en Rabel, Liberia, de la cual es socio Bridgestone.
Los manglares, el equivalente costero de los bosques tropicales en tierra, también llamados “bosques de agua salada”, han provisto de sustento a numerosos lugareños (ver boletín ? 51 del WRM). Los Sundarbans, el manglar costero más grande del mundo, se extiende sobre casi más de 15.000 km2 a través de la India y Bangladesh, y constituye una barrera natural contra los tsunamis y los frecuentes ciclones que soplan desde la Bahía de Bengala.
El año recién había comenzado cuando una tragedia sucedió en el distrito Jajpur de Orissa, en Kalinga Nagar. Hace ya varios meses que las tribus y otros aldeanos del lugar participan de una amarga lucha para evitar ser desplazados a causa del proyecto siderúrgico de Tata Industries, una empresa con un largo historial de desplazamientos de pueblos y expoliación de sus recursos naturales. En mayo del año pasado, las poblaciones locales evitaron el inicio de obras en Kalinga Nagar.
Los planes de la firma United Fiber System para construir un imperio de la celulosa en Kalimantan recibieron un duro golpe en enero de 2006, cuando el Deutsche Bank confirmó que abandonaba su rol como asesor financiero de la empresa. Cinco años antes la UFS había anunciado que había contratado a la filial de Singapur de dicho banco como asesor financiero para la adquisición de la fábrica de celulosa de Kiani Yertas, en Kalimantan oriental.
Phrue ha estado caminando durante 49 días. Junto con noventa y ocho personas más, el 7 de noviembre comenzó una marcha épica desde Chiang Mai hasta Bangkok para salvar el componente popular del proyecto de ley de Tailandia sobre bosques comunitarios (Community Forest Bill, CFB).
El monocultivo es la principal herramienta que tiene el gran capital transnacional para apropiarse y tomar control del recurso tierra y la mano de obra barata de los países del Sur, causando enormes impactos sobre la diversidad biológica y cultural. La homogenización y dramática simplificación del agroecosistema le permite maximizar la explotación del suelo y de la mano de obra mediante tareas mecanizadas y de fácil control y supervisión.
La lucha de los indígenas Tupinikim y Guaraní enfrenta hoy una situación extremadamente difícil. Comenzada en febrero de 2005, cuando decidieron retomar sus tierras ocupadas por las plantaciones de eucalipto de la empresa celulósica Aracruz Celulosa, permitió que más de 100 familias volvieran a asentarse en el medio rural del que habían sido expulsadas y abrieran la puerta a la esperanza de un futuro sustentable y digno (ver boletines Nº 94, 96 y 101 del WRM).
Veracel Celulose fue multada por el Ibama – Instituto Brasilero del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables– a fines del mes de diciembre. Utilizando imágenes de satélite y geoprocesamiento verificó irregularidades de la empresa de celulosa y la multó con R$ 320.000 por impedir o dificultar la regeneración natural de bosques de la denominada “Mata Atlántica” en 1.200 hectáreas, agravando aún más la situación de este bioma. Este hecho desenmascara una vez más la farsa de Veracel y su discurso de protectora de la “Mata Atlántica”.
Tal vez ningún proyecto de ley en Colombia, sobre un asunto ambiental, ha logrado despertar tantas opiniones diversas y tal revuelo como lo fue la discusión en el Congreso Colombiano de La Ley General Forestal, que fue aprobada por esta institución en el mes de diciembre. Fue tal la fuerza de los argumentos y tal la respuesta del ambientalismo colombiano, del movimiento social e incluso de parte de los medios de comunicación, que por primera vez el presidente Álvaro Uribe Vélez devuelve una ley al Congreso de la República.
La tradicional siesta veraniega del enero uruguayo se ha visto interrumpida no sólo por las constantes lluvias sino también porque el avance de las empresas celulósicas no tiene tregua. Continúa su campaña propagandística, a base de falsedades, que luego son repetidas como verdades. Promesas y espejismos a una población con un gran índice de desempleo, que necesita desesperadamente soluciones.
“La ciudad brasilera de Vitória debe su nombre a la “victoria” de los colonizadores portugueses contra los originales habitantes indígenas de dichas tierras. Hoy en día, el mismo nombre tiene un significado totalmente diferente. Los pueblos indígenas Tupinikim y Guaraní han retomado las tierras que les fueron robadas por Aracruz Celulose, la gigantesca empresa productora de celulosa. Otras comunidades locales y organizaciones de la sociedad civil se han unido a ellos en la lucha contra esta empresa y sus fábricas, y han logrado debilitar su poder.
Los impactos negativos de las plantaciones de árboles sobre los bosques y sus habitantes fueron señalados por el WRM desde su creación en 1986. La “Declaración de Penang” de 1989, que enunció la visión compartida por los miembros del WRM, identificaba las plantaciones como “parte de las políticas y prácticas que, en nombre del desarrollo, conducen a la deforestación en todo el mundo”.