Artículos del boletín

Los bosques proveen de sustento a cientos de millones de personas en todo el mundo, particularmente en las zonas tropicales. Cualquiera sea la actividad que implique la deforestación o degradación del bosque, tendrá un impacto directo sobre los medios de subsistencia y sobre la salud de esas personas.
El bosque es cuna de diversidad, que es decir origen de vida. Cuando el bosque está sano, de él brota el agua, allí el aire se torna más puro y perfumado, de sus múltiples recursos es posible obtener abrigo, nos regala alimentos, el arte se expresa en la miríada de colores y matices que se despliegan y ocultan cíclicamente, y en medio de toda esa belleza y prodigalidad es posible sentir de alguna manera el amor que la naturaleza comparte con todos sus seres.
Entre 1994 y 2004 la superficie de tierras convertidas de bosques nativos y granjas a monocultivos forestales casi se ha cuadruplicado y asciende hoy a 207.000 hectáreas. La mayoría de las granjas reconvertidas eran orgánicas o utilizaban relativamente pocos productos químicos en comparación con los monocultivos forestales sumamente dependientes de productos químicos que las reemplazaron.
La anexión del territorio Mapuche al estado chileno y la imposición de su sistema jurídico sobre todos los pueblos originarios que coexisten en el país, marca un cambio profundo en los modos de vida del pueblo Mapuche. Entre 1881 y 1907, despojada de su territorio, su autonomía y los bienes generados como sociedad agropecuaria, la población Mapuche fue víctima del hambre y de enfermedades que cobraron alrededor de veinte mil víctimas.
Aunque prácticamente no se los ha estudiado, los riesgos para la salud humana asociados con las plantaciones de árboles transgénicos son importantes y legitiman aun más el reclamo de una prohibición mundial de árboles producto de la ingeniería genética.
Una vez más, los bosques de Indonesia están ardiendo. El humo de los incendios en Sumatra ha causado las peores condiciones de niebla en Malasia desde 1997. Una niebla de humo insalubre, mezcla de polvo, ceniza, dióxido de azufre y dióxido de carbono, ha cubierto Kuala Lumpur, la principal ciudad malaya, y otras 32 poblaciones. Las escuelas fueron cerradas y los hospitales se han visto desbordados de pacientes quejándose de malestares respiratorios.
En un intento por construir o recrear una visión holística de la salud en tanto situación de equilibrio de la cual pueda fluir la alegría de vivir, quizás sea oportuno reflexionar sobre formas de vivir diferentes, muy diferentes de la supuestamente avanzada vida occidental moderna: por ejemplo, la de la sociedad cazadora-recolectora.
“Se nos mostró que nuestra vida existe con la vida arbórea, que nuestro bienestar depende del bienestar de la vida vegetal...” es lo que leo una y otra vez en el “Mensaje al Mundo Occidental” enviado por la Confederación de las Seis Naciones Iroquesas, al noroeste del continente norteamericano, a las Naciones Unidas, 1977.
Al igual que muchos otros Pueblos Indígenas, los Katu de Laos dependen de los bosques para su sustento. Los Katu de Laos viven en las montañas cubiertas de densos bosques de la cadena de Annamite, cerca de la frontera con Vietnam; practican la agricultura itinerante y obtienen de la caza y la recolección en el bosque gran parte de sus alimentos, fibras, medicinas y materiales de construcción. Es decir, obtenían hasta hace poco.
Del 17 al 23 de julio, en Cuenca, Ecuador, más de 1.300 participantes provenientes de 80 países de los cinco continentes se reunieron bajo la consigna “Las voces de la tierra nos convocan” para analizar los problemas de salud globales y trazar estrategias de promoción de salud para tod@s. La declaración final del evento identifica como causa principal del deterioro de las condiciones de salud de la mayoría de la población mundial a las políticas neoliberales que transfieren riqueza del Sur al Norte, de pobres a ricos y del sector público al privado.
La Comisión para África fue lanzada por el primer ministro británico Tony Blair en febrero de 2004. El objetivo de la Comisión era “mirar con ojos nuevos el pasado y el presente de África y el papel de la comunidad internacional en su camino al desarrollo”. Se le asignó la tarea de elaborar un informe “con recomendaciones claras para el G8, la Unión Europea y otros países ricos, así como para los países africanos”. Este último “así como” ya está dando una pista sobre el mandato de la Comisión.
La historia de la rápida destrucción de los bosques de Camerún, que viene ocurriendo desde los años 1980, no adolece de falta de atención: se han escrito muchos testimonios, análisis y recomendaciones y se han intentado muchas intervenciones simultáneas, encabezadas por los donantes, para detener la deforestación. Se estima que en Camerún se cortaron cerca de 2 millones de hectáreas de bosques entre 1980 y 1995.