Os Penan têm vivido nas florestas tropicais de Sarawak desde tempos imemoriais. Eles costumavam caçar e coletar alimentos da floresta e viviam a base de sagu, uma fécula extraída da medula dos caules da palmeira sagu, até a década de 1950, quando decidiram se estabelecer em aldeias onde vivem hoje em dia. (1)
Artigos de boletim
O povo Naso, também conhecido como Teribe, ou Tjer-di, habita no nordeste do Panamá, na província de Bocas del Toro, em um território de 1.300 km2 que abrange grande parte da bacia do rio Teribe e do rio San San.
Este grupo indígena, que historicamente se defendeu dos colonizadores e que já estava nessas terras quando chegaram os primeiros conquistadores espanhóis à região, continua praticando a agricultura e a pescaria de subsistência em estreita ligação com a natureza que o circunda e providencia alimento, abrigo, saúde, ocupação e lazer.
A floresta não se vende! A floresta se defende! É o clamor no distrito de Barranquita, província de Lamas, região San Martín. Os habitantes dos casarios da bacia do rio Caynarachi, na Amazônia peruana, tiveram seus direitos vulnerados em relação à propriedade sobre a terra que trabalham. Eles têm sido verdadeiros custódios da floresta, tomando conta em suas próprias parcelas da enorme riqueza de flora, fauna e recursos hídricos da floresta.
Eso que llaman con tanta elegancia “cambio climático” es en realidad una de las violaciones más flagrantes de derechos humanos que se hayan cometido en la historia. Es un crimen de lesa humanidad.
Cuando se habla de violación de los derechos humanos, no es posible dejar de hablar de Colombia. Cuando se habla de la brutal expansión de las plantaciones de palma aceitera en territorios comunitarios, no es posible dejar de hablar de Colombia. Allí, ambos temas van de la mano.
La petrolera italiana Eni es una de las diez empresas energéticas más grandes del mundo y ahora la mayor de África. La empresa también está calificada actualmente como la compañía de petróleo y gas más “sostenible” del mundo.
Mientras en el planeta ya se hacen sentir los efectos del cambio climático, grupos de la sociedad civil advierten que lo que está en la raíz del problema es el actual sistema de producción, comercialización y consumo.
Antes de que llegaran las plantaciones, los aldeanos de Teluk Kabung, en la provincia Riau de Sumatra, cultivaban coco. Hace algunos años, miles de hectáreas del bosque que rodeaba la aldea fueron cortadas y reemplazadas por monocultivos de acacia, para abastecer las operaciones en gran escala de la empresa de celulosa y papel Asia Pulp and Paper. “Apenas cortaron los árboles del bosque, las plagas avanzaron y se comieron nuestros árboles de coco”, contó un aldeano a Mitra Taj, periodista radial de Living on Earth.
El complejo Mau – el bosque más grande de Kenia – ha sido el hogar ancestral de la comunidad Ogiek. A pesar de ser extremadamente importante como zona de captación de agua, como regulador del microclima y por su diversidad biológica, el bosque Mau ha sido despejado regularmente para establecer asentamientos y emprendimientos agrícolas privados con apoyo de políticas oficiales. La destrucción del bosque ha socavado los derechos de los Ogiek a la subsistencia, a la cultura, e incluso a tener un futuro.
A menudo se describe la energía hidroeléctrica como energía “limpia” o “verde” y como parte de la solución para evitar el cambio climático relacionado con los combustibles fósiles. Sin embargo, la energía hidroeléctrica apoyada por los gobiernos y promovida por las empresas implica la construcción de enormes represas que tienen como consecuencia la destrucción ambiental y la violación generalizada de derechos humanos, desde la pérdida del sustento hasta expulsiones forzadas y casos relacionados de represión.
El 41% del total del territorio de la región de la Sierra Madre de Chiapas – 227.000 km2, equivalente a la mitad de todo el territorio de Centroamérica – fue entregado a empresas nacionales y extranjeras en forma de concesiones mineras. Empresas mineras canadienses, estadounidenses y australianas, extraen de allí oro y plata, con la anuencia y protección de los gobiernos y el auspicio del TLC.
En noviembre de 2009, 117 organizaciones nigerianas firmaron una declaración dirigida al gobierno, con un mensaje estimulante: hay que dejar el petróleo bajo tierra. En ella manifestaban que coincidían en oponerse a todo nuevo campo petrolero, y pedían a todos los pueblos y organizaciones progresistas que apoyaran su reclamo de dejar en tierra todo nuevo yacimiento de petróleo que se descubra y de no explotar tampoco el bitumen.