Artigos de boletim

Mientras para la mayor parte de la humanidad el cambio climático significa un desastre, unas pocas personas con mentalidad empresarial lo perciben como una buena oportunidad de negocios. De la forma en que lo ven, el cambio climático es una cuestión de emisiones de carbono, y el carbono puede ser manejado como una mercancía en el mercado global. Este mercado – según dicen – puede valer miles de millones o incluso billones de dólares y ellos esperan que les aporte enormes ganancias.
A mediados de julio, el Consejo Directivo del Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) aceptó una nueva metodología propuesta como parte del controvertido proyecto de Plantar en Minas Gerais, Brasil (ver información sobre Plantar en los boletines nº 84,http://www.wrm.org.uy/bulletin/84/Plantar.html, 70 y 72 del WRM).
La inclusión de los bosques en el mercado de carbono en su formato REDD (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación) fue adoptada por el sistema de las Naciones Unidas a través del Programa ONU-REDD. En 2008, el Secretario General de las Naciones Unidas presentó el Programa ONU-REDD, que es llevado a cabo por tres organismos de las Naciones Unidas: la FAO, el PNUMA y el PNUD, en estrecha colaboración con el Banco Mundial.
La empresa New Forest Company, con sede en el Reino Unido, está estableciendo plantaciones de árboles en Uganda, Mozambique y Tanzania. La compañía declara que “Si bien están basados en la economía forestal comercial, nuestros proyectos se financian con créditos de carbono […] conforme al Mecanismo de Desarrollo Limpio”. Esto significa que las ganancias por la venta de madera se verán incrementadas por la venta de “créditos de carbono” a industrias contaminantes del Norte.
Los bosques son gran noticia por estos días. Evitar la deforestación nos ayudará a enfrentar el cambio climático (al menos si el carbono almacenado en los bosques no se comercializa, permitiendo que las emisiones continúen en otro lugar). Aún así, los bosques nunca antes corrieron una amenaza tan grave.
Por más de una década, el Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM) ha denunciado que, al certificar las plantaciones de árboles a gran escala, el FSC maquilla de verde las actividades destructivas de las empresas de plantación en los países del Sur (por más información ver http://www.wrm.org.uy/actors/FSC/index.html).
Los indígenas de Teluk Meranti, en la península de Kampar, Riau, Sumatra, se resisten a los intentos de una empresa de papel y celulosa de apoderarse de sus tierras.
Una auditoría interna reveló que la rama para el sector privado del Banco Mundial – la Corporación Financiera Internacional (CFI) – ha permitido que los intereses comerciales prevalezcan sobre sus estándares ambientales y sociales al momento de otorgar grandes préstamos al sector de la palma aceitera de Indonesia.
El 9 de agosto de 2009, Día Mundial de los Pueblos Indígenas, la Coalición de Organizaciones de Pueblos Indígenas de Malasia llamó a los gobiernos estatales malayos “a detener la plantación de árboles a gran escala y otras actividades extractivas en nuestras tierras tradicionales hasta que se adopten medidas eficaces para salvaguardar nuestros derechos y el medio ambiente”.
El 1º de agosto de este año, miembros de la Red Latinoamericana contra los Monocultivos de Árboles (RECOMA) se reunieron en la localidad de Villa Serrana, Uruguay, para analizar las razones de la alarmante expansión de los monocultivos de árboles destinados a la producción de carbón, celulosa y madera, y agrocombustibles (agrodiesel y etanol derivado de madera), principalmente con destino a exportación.
Los gobiernos de algunos de los países más poderosos del mundo se reunieron recientemente en Italia y produjeron un documento titulado “Un Liderazgo Responsable para un Futuro Sostenible”. En su declaración, informan al mundo que están “decididos a asegurar el crecimiento sostenible y a enfrentar los desafíos interrelacionados de la crisis económica, la pobreza y el cambio climático”.
La organización MAP (Mangrove Action Project) trabaja desde 1992 para detener la destrucción desenfrenada de los manglares del mundo, amenazados por un modelo de desarrollo insustentable. Hoy en día, industrias como la producción de carbón y petróleo, el turismo y el desarrollo urbano, las canchas de golf y las marinas representan una amenaza para los manglares. Aún así, el mayor peligro proviene del cultivo industrial del camarón, que es el que más contribuye hoy en día a la desaparición de los manglares.