Artículos del boletín

Los árboles transgénicos no son resultado de la evolución. Son producto de decisiones tomadas a niveles institucionales y empresariales para lograr su desarrollo y expansión. Empresas, instituciones de investigación y universidades trabajan en estrecha colaboración en torno al tema. Las empresas financian a los departamentos de investigación universitarios, e influyen sobre qué tipo de investigación se realiza.
A pesar de los riesgos que presenta la modificación genética de árboles, no existe ninguna legislación internacional en relación específica al tema de los árboles transgénicos. En cambio, sí hay legislación referida a las semillas y los cultivos de alimentos transgénicos, que no necesariamente cubre los problemas que presentan las plantas transgénicas de larga vida como los árboles.
El 22 de octubre de 2004, Rusia ratificó el Protocolo de Kioto, el acuerdo internacional creado para comenzar a atender el problema del calentamiento global. La ratificación del Protocolo por parte de Rusia le da al acuerdo un nivel de participación entre los países con mayor responsabilidad en las emisiones de carbono del mundo, lo suficientemente alto como para entrar en vigor, aún sin incluir el 25% de las emisiones anuales globales de carbono del mundo que producen los Estados Unidos.
La polinización de los vegetales se realiza de distintas maneras. Una de ellas es por medio de las abejas, las mariposas, los picaflores y los murciélagos. Otro tipo de polinización es realizado por el viento en las plantas que tienen las células reproductoras en flores sin cobertura, al desnudo. Esto sucede, por ejemplo, en las coníferas (por ejemplo, en los pinos). Para que la fecundación sea efectiva, estos árboles producen enorme cantidad de polen que el viento arrastra y distribuye, pasándolo de planta en planta y abarcando largas distancias.
En un mundo caracterizado por la información, hay temas que han sido invisibilizados de tal manera, que la gran mayoría de la gente no sabe que existen. Tal es el caso de los pueblos indígenas que viven en aislamiento voluntario. La gente ni siquiera está al tanto de que algunos de esos pueblos aún no han sido contactados por la sociedad predominante y que en otros casos se resisten a integrarse a pesar –o a resultas- de haber sido contactados.
Los Mbya Guaraní son un pueblo antiguo y selvático de raíces amazónicas. En Misiones, una provincia del nordeste de Argentina, tienen 74 comunidades y una población total, aproximada, de 3.000 personas. Su cultura es tan rica como la biodiversidad de la selva Paranaense que siempre utilizaron y protegieron.
Los indígenas Baka suman un total de 30.000 a 40.000, y viven en las zonas sur y sudeste de Camerún. Están asociados con los agricultores Bagando Bakwele, Knonbemebe, Vonvo, Zime y Dabjui, entre otras comunidades locales. Cerca de 4.000 Bagyeli y Bakola viven en el sudoeste, asociados con los Bulu, los Ngoumba, los Fang y los Bassa. La mayoría de los Baka, Bagyeli y Bakola aún dependen de la caza y la recolección para garantizar su sustento.
Los "pigmeos" Mbendjele Yaka viven en el norte de Congo-Brazzaville. Los Mbendjele aseguran tener antepasados comunes con otros grupos cazadores-recolectores de los bosques de la región, como los Baka, Mikaya, Luma o Gyeli. Los Mbendjele llaman "Yaka" a todos estos grupos. Es frecuente que los extraños se refieran a estos grupos como "pigmeos", y a veces los integrantes de esos grupos también lo hacen. Son cazadores-recolectores que viven en los bosques, considerados por sí mismos y por sus vecinos agricultores, los Bilo, como los primeros habitantes de la región.
Sería importante, en primer lugar, definir claramente de qué estamos hablando al referirnos a pueblos o poblaciones en “aislamiento voluntario”. Este término y sus similares (tales como “apartados”, “aislados”, “autónomos”) pretenden describir “una situación o un contexto histórico”. El telón de fondo o la base común de todos ellos es que buscan definir pueblos (en forma ideal) o poblaciones (lo que tal vez se encuentre más cercano a la realidad) que tienen poco o ningún contacto sistemático con los agentes occidentales (en general, empresas comerciales o misioneros).
Los Nukak son un pueblo nómada de la Amazonia colombiana, contactados oficialmente en 1988. La población actual se estima en 390 personas distribuidas en 13 grupos locales, localizados en el interfluvio del Medio Guaviare y Alto Inírida. El idioma Nukak es inteligible con el de los Kakua o Bara, del Vaupés colombiano, y ambos son clasificados como parte de la familia lingüística Makú-Puinave.
La cultura y la sociedad Huaorani están forjadas por su voluntad de autoaislamiento. Se sabe muy poco de su pasado, salvo que durante siglos han constituido enclaves nómades y autárquicos, resistiendo ferozmente todo tipo de contacto, comercio e intercambio con sus vecinos poderosos, sean indígenas o colonizadores blancos o mestizos. Desde su trágico encuentro con misioneros norteamericanos en 1956, los Huaorani han ocupado un lugar especial en la imaginación popular y del periodismo, como los “últimos salvajes de Ecuador”.
Los Ayoreo viven en una zona de su territorio ancestral llamada Amotocodie. En nuestro mapa moderno, es una zona de bosque virgen extenso cuyo centro marca las coordenadas 21° 07´ S y 60° 08´ W, unos 50 Km. al sur del Cerro León. Pueden sumar unas 50 personas, subdivididos en varios grupos. Raras veces se acercan a un estanque de agua de alguna estancia para tomar agua, y puede ser que algún peón los vea de lejos. A veces, algún cazador blanco encuentra su huella en el monte, o aparecen huecos en los árboles donde sacaron miel.