La agricultura y la ganadería son causas directas de deforestación. Pero es necesario mirar en profundidad y ver qué las impulsan, quiénes se benefician, cómo surgen. Podría decirse que se trata de un proceso en embudo. En la periferia se ubica lo más visible, la desaparición del bosque como consecuencia de esas actividades. Ahondando, se identifican una serie de políticas y programas que las promueven, así como los actores que las aplican y se benefician de ello, incluso actores de deforestación que no necesariamente son beneficiarios sino más bien víctimas de dichas políticas.
Artículos del boletín
La deforestación de los bosques tropicales ha tenido lugar a razón de 10-16 millones de hectáreas por año durante las dos últimas décadas, y no da señales de disminuir. Ya ha desaparecido el 16% de la totalidad de la selva Amazónica y cada día se pierden otras 7.000 hectáreas de bosque –una superficie de 10 por 7 kilómetros. Las causas son complejas y a menudo están interrelacionadas, pero entre ellas juega un papel la agricultura comercial en gran escala.
La noción sobre los manglares está cambiando positivamente en todo el mundo. Lo que antes se describía como tierras improductivas, malolientes e infestadas de insectos, es ahora definido más correctamente como, “raíces del mar”, “bosques tropicales anfibios” o “viveros costeros”. Esta nueva actitud constituye un primer paso positivo hacia su conservación, porque un ecosistema valorado tiene mayores probabilidades de ser protegido que otro considerado inútil.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, 38 por ciento de la costa de Africa y 68 por ciento de sus áreas marinas protegidas están amenazadas por proyectos de desarrollo sin la debida regulación. Preocupan especialmente las granjas camaroneras mal planificadas o reguladas.
Conjuntamente con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Banco Mundial está apoyando el desarrollo de nuevas leyes forestales generales en el Congo, además de la zonificación de toda el área de bosque del país, lo que implica el madereo de unas 60 millones de hectáreas de bosque tropical. Más de 100 grupos de medio ambiente, desarrollo y derechos humanos se habían opuesto en febrero de este año a esos proyectos (ver boletín del WRM No. 80).
Años atrás, en 1994, los Masai invitaron a un grupo de integrantes de ONGs, entre ellos el actual coordinador del WRM, a visitar un bosque que trataban de salvar del “desarrollo” turístico. Como forma de ofrecer apoyo internacional a su lucha, en noviembre de ese año la Red del Tercer Mundo publicó en su revista "Resurgence" un artículo que fue ampliamente difundido (disponible en http://nativenet.uthscsa.edu/archive/nl/9412/0140.html ). La lucha continúa, pero apareció en escena un nuevo actor, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
La red ambiental Geasphere ha acusado al Consejo de Manejo Forestal (FSC, por su sigla en inglés) de actuar irresponsablemente certificando la expansión en gran escala de plantaciones forestales industriales en Sudáfrica.
Las plantaciones forestales industriales tienen un costo gigantesco en lo ambiental y en lo social, y esos costos no han sido cuantificados, dice Philip Owen, de Geasphere, en una carta abierta al presidente del FSC, David Nahwegabouw.
La edición marzo-junio de la revista “Watershed” (publicada en inglés) está dedicada al tema de las plantaciones de árboles en Camboya, Laos, Tailandia y Vietnam como parte del cuadro más amplio de la expansión de las plantaciones industriales de árboles en el Sur.
Esta edición de Watershed es el resultado del trabajo en colaboración de un gran número de personas y organizaciones –la mayoría pertenecientes al interior mismo de la región del Mekong pero también externas— preocupadas por los impactos sociales y ambientales de los monocultivos de árboles a gran escala.
En una carta enviada el 24 de junio al primer ministro de la República Popular China, Wen Jia-Bao, más de 12 grupos conservacionistas y 30 individuos de comunidades ambientales y académicas internacionales manifestaron preocupación por la tala de bosques en el área de N’Mai Hku, en el norte de Birmania (la carta completa en ingles está disponible en http://www.rainforestrelief.org/News_and_Events/
Rainforest_Relief_News/Burma_Forests_Letter/Letter.html ).
La península de Leizhou está situada en la parte más meridional del sureste de China y es el escalón hacia la isla de Hainan. Con 1.500 kilómetros de costa y 12.500 kilómetros cuadrados, Leizhou es de clima subtropical y contiene muchos estuarios y bahías, donde pueden encontrarse extensos y diversos manglares y los pantanos asociados. En esa zona se pueden hallar 24 especies registradas de mangle y un total aproximado de 3.300 hectáreas de manglares, distribuidos en extensiones aisladas a lo largo de la costa.
Al ingresar a la Reserva de tigres de Pench que se extiende sobre territorio de los estados de Maharashtra y Madhya Pradesh, se pueden ver carteles con la leyenda “bienvenidos a la tierra de Mowgli”. Mowgli, el protagonista de “El libro de la selva”, un libro para niños escrito por Rudyard Kipling en el siglo XIX, es un joven que crece hablando con los demás habitantes de la selva incluso una pantera y un elefante. No quedan dudas de que Mowgli y su gente vivían simbióticamente con los animales en medio de la densidad del bosque.
La represa de Nam Leuk ha causado graves problemas a las comunidades locales, según un reciente informe del investigador Phetasavanh Sayboualavan, de Laos. En un informe basado en visitas a siete aldeas afectadas por la represa, realizadas en mayo de 2003, Phetsavanh describe crecientes problemas de salud, escasez de alimentos, inundaciones, destrucción de pesquerías, muerte de ganado, madereo ilegal y corrupción asociados con el proyecto.