Artículos del boletín

En el año en el que tendrá lugar la conferencia Rio+20 sobre medio ambiente (1), el WRM quiere brindar información sobre los temas que prometen ocupar un lugar privilegiado en la agenda de dicho evento mundial. Entre ellos están los servicios ambientales  y los fenómenos relacionados, como el pago en servicios ambientales y su comercio.
El ‘servicio ambiental’, también conocido como ‘servicio ecosistémico’, incluye en su nombre el sustantivo ‘servicio’, un término bastante utilizado en la economía capitalista de mercado, en la que actúan empresas y profesionales que prestan los más variados servicios y cobran por ellos. Por lo tanto, el ‘servicio ambiental’ sugiere que tiene, por un lado, algo o alguien que lo presta o lo brinda y, por el otro, alguien que lo recibe y lo utiliza. Esta lógica parece aplicarse también al caso del ‘servicio ambiental’ y a su ‘comercio’.
Para comprender el surgimiento y la elaboración de la idea de los servicios ambientales es importante comentar, por lo menos, dos fuertes crisis de la década de 1970 que involucraron a los países industrializados del Norte, principalmente a EEUU y a Europa: una fue la crisis ambiental y la otra, una crisis en la economía capitalista.
¿Cómo establecer el precio de los servicios ambientales? ¿Cómo definir, por ejemplo, cuánto vale el ‘almacenamiento’ y la ‘producción’ del agua o el ‘trabajo’ de polinización realizada por insectos? Este ha sido un gran obstáculo para quienes han buscado promover los servicios ambientales y su comercio. Dos iniciativas fueron muy importantes para que los defensores de los servicios ambientales pudieran encontrar formas para asignarles un precio (13):
Las empresas que promocionan las plantaciones de monocultivos de árboles para celulosa, carbón, madera y otros fines han buscado mostrar, en la ola de crecimiento del PSA, que sus plantaciones también prestan servicios ambientales. Quien ande por un monocultivo de eucalipto se preguntará ¿cuál sería ese ‘servicio’ en un área con un único tipo de plantación, sin otras plantas, sin animales, y que es blanco de un manejo agrícola convencional con aplicación de agrotóxicos y fertilizantes químicos?
Más recientemente, oímos hablar mucho más de los servicios ambientales, sobre todo en relación a las charlas preparatorias de la ONU y los gobiernos para la Cumbre de Rio+20, prevista para junio de este año. Para entenderlo, tenemos que hablar  sobre la idea central que será tratada en esta conferencia: la ‘economía verde’.
Los defensores de la idea del comercio de servicios ambientales afirman que es una excelente alternativa para los pueblos del bosque porque lo dejaría ‘de pie’ y lo preservaría. Pero hay una serie de argumentos para decir no a los servicios ambientales y al comercio de servicios ambientales:
El capital especulativo y los actores interesados como bancos, consultores, grandes empresas, fondos de inversión, así como otros actores aliados como ONGs y, frecuentemente, nuestros propios gobiernos pretenden con el comercio de servicios ambientales apoderarse de los territorios de los pueblos para ‘vender’ y lucrar. Así, la lucha por los derechos de los pueblos de los bosques que dependen de ellos tiende a tornarse más compleja y difícil. ¿Cómo continuar esa lucha? A continuación, algunas posibles orientaciones:
Como era de esperar, la conferencia climática de Durban no tomó ninguna decisión significativa en cuanto al combate de la crisis climática. Un nuevo acuerdo vinculante se firmará, quizás, en 2020. ¿En 2020? Según la red de organizaciones y movimientos llamada Climate Justice Now, esto constituye un “crimen de lesa humanidad”.
El año comenzó encendido para Chile; las noticias nacionales e internacionales han divulgado los devastadores incendios que afectan a varias regiones del país. Entre ellas están las de la Araucanía y el Bío Bío, en el centro sur chileno. En esas regiones, se extienden más de tres millones de hectáreas de plantaciones de árboles exóticos, de las cuales más de dos millones –plantadas principalmente con pinos y eucaliptos – pertenecen a las empresas forestales Arauco y Mininco, que fueron afectadas por los incendios.
El año 2011 fue elegido por la ONU como el año internacional de los bosques. En el horizonte de Rio+20 y de las conferencias sobre el clima (Sudáfrica) y la biodiversidad (India), los bosques son tema de una intensa campaña discursiva.
En los informes sobre los efectos que tienen las plantaciones industriales de eucaliptos, pinos o palma aceitera sobre la vida de la población, los que se mencionan con más frecuencia son los conflictos por la tenencia de la tierra, la disminución de los recursos hídricos, la falta de oportunidades de trabajo y la destrucción de las economías locales.