Artículos del boletín

A pesar de las experiencias acumuladas en todos estos años respecto a los perjuicios que traen consigo las plantaciones forestales en gran escala, el anteproyecto de la Ley Especial para el Desarrollo Forestal Sustentable en Ecuador se inspira en la legislación forestal chilena de los '70, que constituyó el modelo de marco legal que regula la actividad forestal en otros países de América del Sur. Como es sabido, el mismo se basa justamente en la promoción de las plantaciones forestales, ocupando los bosques un lugar secundario.
Recientemente compañías madereras malasias se han expandido a un gran número de países del Sur. Si bien las autoridades malasias han exigido públicamente a las empresas con base en su país que operen en el marco de la ley y sean sensibles a las cuestiones ambientales en su desempeño en el extranjero, esta expansión -que ha sido promovida por el propio gobierno- ha sido probadamente negativa para la gente y los bosques en los países huéspedes.
El gran terrateniente Bishop Estate, dueño de las tierras destinadas al cultivo de caña de azúcar de Hamakua, posee unas 5000 hectáreas de plantaciones de eucalipto y se dispone a expandir esa superficie en 2.000 hectáreas más. Asimismo, la empresa está plantando un total de 2000 hectáreas en la sureña localidad de Ka'u. También Parker Ranch ha comenzado a plantar unas 4000 hectáreas de eucaliptos bajo régimen de arriendo.
Durante un encuentro celebrado en Moruya entre el 6 y 7 de mayo ppdos. la Cumbre Forestal Nacional -la mayor organización australiana que reúne a grupos que participan en campañas en relación con los bosques- condenó categóricamente la iniciativa del Gobierno Federal de impulsar un Estándar Forestal Australiano a la luz de crecientes reclamos por madera "certificada".
La tala indiscriminada ha sido la principal causa del deterioro del bosque tropical húmedo de Papua Nueva Guinea, fenómeno que el gobierno ha sido incapaz de frenar a pesar de una anunciada moratoria sobre las actividades de las empresas madereras. Desgraciadamente, no es ésta la única actividad que afecta las selvas de ese país. La minería también está provocando importantes impactos a nivel local.
Un grupo de islas de Melanesia en el Pacífico Sur están sufriendo un terrible saqueo. Durante los últimos cinco años la corta practicada especialmente por empresas malasias ha aumentado tres veces por encima del rendimiento estimado como sustentable. En otras palabras, los bosques vienen siendo cortados a un ritmo tres veces más rápido que lo que están creciendo. En menos de diez años todos los bosques productivos de las tierras bajas habrán sido cortados. Estos ricos bosques tropicales húmedos albergan miles de especies vegetales y animales únicas.
Un informe publicado recientemente sobre manejo forestal sustentable en Camboya -financiado por el Banco Asiático de Desarrollo- ha dado lugar a una discusión sobre este importante tema por parte de las partes involucradas. El informe señala que el manejo de los bosques en el país constituye "una falla total del sistema", dado que "de mantenerse los actuales niveles de corta, las concesiones agotarán el recurso en un plazo de siete años", a la vez que recomienda se implementen inmediatas reformas.
Tres grandes actores dominan el escenario mundial de los bosques: las poblaciones locales, los gobiernos y las empresas transnacionales. En tanto las primeras intentan proteger el bosque que les provee su sustento y supervivencia cultural, se ven obligadas a enfrentar –en una lucha desigual- a las fuerzas combinadas de las transnacionales y los gobiernos, cuyos planes de “desarrollo” resultan inevitablemente en la destrucción de los bosques.
Los bosques húmedos primarios de Gabon están desapareciendo a un ritmo acelerado. La explotación de madera tropical preciosa es llevada a cabo como una actividad depredadora, en que las empresas transnacionales madereras, titulares de enormes concesiones, se llevan la parte del león, mientras que las comunidades locales son las que pagan los costos (ver Boletín 28 del WRM).
El pueblo Ogiek de Kenia –una comunidad de minorías habitantes de la selva, actualmente compuesta por unas 20.000 personas-, ha vivido desde tiempos inmemoriales en la zona de bosques montañosos del Tinet, en Molo, en el distrito Nakuru. Durante décadas los Ogiek han defendido sus derechos contra la arbitrariedad del gobierno colonial y luego del poscolonial, quienes progresivamente los empujaron a zonas marginales. Recién en 1991 se reconocieron parcialmente sus derechos territoriales y se les otorgó una parte del bosque Tinet.
En los primeros años de la década del 90, Liberia fue el escenario de una guerra civil que cobró un saldo de 150.000 víctimas fatales y un millón de personas desplazadas o que dejaban el país como refugiados. De enero a noviembre de 1996, la guerra se desencadena nuevamente hasta que finalmente tienen lugar elecciones presidenciales en 1997.
En octubre de 1999, el propio ministerio de Medio Ambiente de Nigeria responsabilizó a las transnacionales petroleras por la situación reinante en el Delta del Níger, y les dio el ultimátum de que en seis semanas debían descontaminar el medio ambiente de las comunidades, afectado por numerosos derrames de petróleo (ver Boletín 28 del WRM). A pesar de eso, las cosas no parecen haber cambiado mucho.