Artículos del boletín

¿De qué hablamos cuando nos referimos al Manejo Comunitario de Bosques? En primer lugar encontramos el término “manejo”. Su definición, según el diccionario VOX, refiere al “arte de manejar los caballos”, y también a la “conducción de un automóvil”. El “manejo forestal”, que surgió en Europa en el siglo XVIII fue un corolario del proceso de cercamiento de los bosques comunales y posteriormente el establecimiento del control del Estado sobre los bosques. Por último, el término se asoció estrechamente con la producción de madera con fines comerciales.
¿Por qué fue en las comunidades tradicionales que surgieron la prácticas milenarias de utilización del bosque que ahora se denominan “Manejo Comunitario de Bosques”? ¿Por qué esas prácticas han sido algo natural para ellas?
En 2002, un grupo de organizaciones e individuos que trabajaban juntos para influir en la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible (CMDS), crearon el Caucus Mundial de Manejo Comunitario de Bosques, que logró influenciar a los delegados gubernamentales para “Reconocer y apoyar los sistemas autóctonos y comunitarios de ordenación de los bosques para asegurar su participación plena y eficaz en la ordenación sostenible de los bosques” (artículo 45 h) del Informe de la CMDS).
Durante años los gobiernos han estado discutiendo sobre los bosques y realizando acuerdos "legalmente vinculantes" y "sin fuerza jurídica obligatoria” con el fin declarado de proteger los bosques del mundo. Por lo tanto, resulta un ejercicio útil examinar esos acuerdos en relación con el manejo comunitario de bosques, para establecer qué papel le han asignado --si es que han asignado alguno-- a las comunidades que efectivamente viven en los bosques o dependen de ellos. La Cumbre de la tierra de 1992
En abril se cumplirá el 60º aniversario del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Activistas de todo el mundo están organizando desde ahora diversas acciones para denunciar el papel que han cumplido esas instituciones en el modelo económico social y ambientalmente destructivo impuesto al mundo para favorecer los intereses de empresas radicadas en el Norte (por mayor información, visitar http://www.50years.org ).
Se trata de un libro editado en la cordillera austral de Argentina que recoge historias de luchas y movilizaciones populares en defensa de los bienes naturales. Su título enfatiza el sentimiento de sus autores y la firme decisión de no retroceder en el compromiso contraído.
Floresmilo Villalta es un campesino de 63 años que desde 1997 junto a muchos otros campesinos enfrenta persecución, amenazas y agresiones de la empresa maderera BOTROSA, por el sólo hecho de reclamar que les sean devueltas sus tierras, dadas en concesión en forma ilegal a la compañía.
"No al oro sucio" es la consigna de una campaña dirigida a los consumidores iniciada el 11 de febrero de 2004 por Earthworks/Mineral Policy Center y Oxfam, con la intención de presionar a la industria del oro y cambiar la forma en que el mismo se extrae, se compra y se vende.
El 12 de febrero del presente año más de 100 grupos que trabajan en temas de medio ambiente, desarrollo y derechos humanos en la República Democrática del Congo (RDC), país asolado por la guerra, conformaron una alianza para oponerse al "desarrollo" de los bosques tropicales del país, que podría involucrar un gran aumento del madereo industrial.
Décadas de deforestación y degradación de los bosques han provocado que solo queden intactos menos del dos por ciento de los bosques nativos de Ghana. Estos bosques han sido la fuente de sustento de los pueblos dependientes de los bosques, proporcionándoles leña, carbón, materiales de construcción, forraje, frutos, nueces, miel, medicinas, tinturas.
Swazilandia, un país sin acceso al mar, con una población de 1.161.219 de habitantes sobre 17.363 km² y casi completamente rodeado por Sudáfrica, tiene a la madera como su segunda actividad industrial luego del azúcar.
La minería ejerce impactos devastadores sobre el medio ambiente y los pueblos, pero también produce graves efectos específicos sobre las mujeres (ver Boletines del WRM Nº 71 y 79). Además de causar deforestación y contaminar la tierra, los ríos y el aire con desechos tóxicos, la minería destruye los espacios privados y culturales de las mujeres, robándoles su infraestructura de socialización y su rol social, y todo en beneficio de un puñado de grandes corporaciones.