Artículos del boletín

Malí está recibiendo en estos días a más de 500 mujeres y hombres de un centenar de países de todo el mundo, que se reúnen en torno a “Nyeleni 2007: Foro por la Soberanía Alimentaria”. El objetivo del encuentro es poner en marcha un “movimiento internacional para lograr el reconocimiento verdadero del derecho a la soberanía alimentaria”, reafirmarlo y “precisar sus implicaciones económicas, sociales, ambientales y políticas”.
Desde su fundación hace ya 20 años, el Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM) ha abogado por los esfuerzos desde la base para proteger los bosques del mundo del desarrollo destructivo y la planificación ‘de arriba hacia abajo’. Impugnamos las ‘soluciones’ impuestas a la crisis mundial de los bosques que excluyen a las comunidades locales, los pueblos indígenas, las mujeres y los oprimidos al negarles la voz y los derechos para forjar su propio destino.
Cada vez que se inicia un nuevo proceso las ONG tienen que decidir si participarán en el mismo o no. Eso es lo que está ocurriendo ahora con el enfoque de Alto Valor de Conservación (AVC) y con la Red de Recursos de Alto Valor de Conservación. En el editorial se destacan varios asuntos importantes que es necesario seguir discutiendo para poder tomar una decisión bien fundada respecto de la participación o no participación en esta instancia.
Cuando el Banco Mundial adoptó su nueva Política sobre Bosques (OP 4.36) en 2002 declaró que ‘El Banco no apoya proyectos que en su opinión involucren la conversión significativa o la degradación de zonas boscosas críticas o de hábitats naturales críticos relacionados’. Sin embargo, en los cinco años siguientes y a pesar de las repetidas indagaciones de algunas ONG como el WRM, el Banco Mundial no ha podido aclarar de qué forma determina cuáles son las zonas ‘críticas’.
El concepto de bosques de alto valor de conservación (BAVC) se ha aplicado en Indonesia en los últimos cinco años en un intento de identificar dichos bosques y protegerlos de la conversión a plantaciones de árboles para celulosa. APP y APRIL, las dos mayores empresas productoras de celulosa de Indonesia, han respondido a la presión de mercado orquestada por organizaciones afiliadas al WWF y Amigos de la Tierra encargando y llevando a cabo evaluaciones de BAVC en zonas boscosas que habían elegido para convertir a plantaciones de acacia.
Indonesia tiene algunos de los bosques tropicales más biodiversos del mundo pero también la tasa de deforestación más alta. El concepto de “bosques de alto valor de conservación” (BAVC) ha prendido en Indonesia como medio de reconciliar la presión económica para abrir zonas boscosas con la necesidad de reducir el ritmo de la pérdida de bosques.
Los gobiernos de Camboya, China, Laos, Tailandia y Vietnam están fomentando las plantaciones a gran escala de palma, eucalipto y pino. Sin embargo, los habitantes afectados protestan abiertamente contra ellas. En una reunión celebrada el mes pasado en Camboya supimos que estos planes tienen la fuerte oposición de las comunidades locales porque ven que estas plantaciones están usurpando sus tierras y afectando sus medios de vida.
Gambia es un país pequeño (10.000 km²) y económicamente pobre que se enfrenta a varios problemas sociales y ambientales. Entre estos últimos, la deforestación es probablemente el que plantea la mayor amenaza tanto para las personas como para el medio ambiente. Hasta principios de los años 1900, densos bosques cubrían Gambia. En 1981 se clasificaron como bosques unas 430.000 hectáreas, es decir 45% de la superficie terrestre total. En 1988 esta cifra había caído a aproximadamente 340.000 hectáreas, o sea 30% de la superficie terrestre.
Una empresa azucarera de Uganda planea expandir su ingenio azucarero destruyendo 7.000 hectáreas, o sea casi un tercio, del bosque de Mabira, uno de los pocos bosques aún intactos en las proximidades de las orillas del Lago Victoria, hogar de especies únicas de aves y primates. El plan ha sido enormemente controvertido, ya que amenaza cientos de especies únicas confinadas en pequeñas parcelas de bosque tropical, y que podría afectar la pluviosidad de una región que ya está sufriendo sequías por causa del cambio climático.
En 1997 se instrumentó el Protocolo de Kyoto en la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático para limitar las emisiones de carbono causantes del calentamiento global. Desde entonces la situación ha empeorado por la aceleración de los impactos del cambio climático, pero de lo que más se habla en las conferencias es de “las oportunidades” de la catástrofe, léase negocios.
Los proyectos de forestación para secuestro de carbono ingresaron tardíamente en el mercado de los Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL), porque han dado lugar a mucha controversia. El marco legal necesario, diseñado en los acuerdos de Marrakech de 2001, fue aprobado recién a fines de 2005, durante las negociaciones de Montreal sobre el clima. Por ese motivo, hay muy pocos elementos concretos para señalar.
La organización holandesa FACE Foundation trabaja en el Parque Nacional Mount Elgon desde 1994. FACE trabaja con la Autoridad de Vida Silvestre de Uganda (UWA, por sus siglas en inglés), la responsable de la gestión en los parques nacionales de Uganda. El objetivo del proyecto UWA-FACE es plantar árboles en una superficie de 25.000 hectáreas dentro de los límites del parque nacional. Hasta la fecha, UWA-FACE han plantado 8.500 hectáreas.