Artículos del boletín

Pocos días atrás culminó la décima segunda sesión de la conferencia de las partes sobre Cambio Climático –COP 12-, con cuyo cierre se confirmó, una vez, más la escasa voluntad de los gobiernos y partes involucradas en buscar soluciones contundentes a la crisis climática a la cual estamos asistiendo.
En 2003, un comité de la Novena Conferencia de las Partes (COP 9) del Convenio Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, realizada en Milán, resolvió que los árboles genéticamente modificados (o transgénicos) podían usarse en las plantaciones establecidas en virtud del llamado Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) para que supuestamente compensaran las emisiones de carbono de las fábricas del Norte industrializado.
La pérdida de cubierta forestal en Kenia ha provocado un deterioro de las formas de vida y sustento de muchos keniatas, causado por la reducción de la productividad de la tierra, el hambre y la sequía. La sequía experimentada en el país en 2005/2006 sirve de ejemplo. Los informes confirmaron la muerte de ganado a gran escala y, en muchos lugares, se comprobó la existencia de conflictos por el uso de los recursos, los cuales provocaron la pérdida de vidas humanas.
La provincia india de Bengala Occidental posee el singular récord de estar gobernada por el ‘gobierno de izquierda elegido democráticamente’ más antiguo del país, y de hecho, de todo el mundo, como nunca deja de señalar la izquierda. La violencia se impuso en este estado de ‘izquierda’ y el terror se desató contra los campesinos, los peones agrícolas y los pequeños comerciantes de Singur, una zona agrícola ubicada en la fértil cuenca del río Ganga.
La sustitución de los combustibles fósiles por biocombustibles (elaborados a partir de biomasa vegetal) puede parecer un paso en la dirección correcta para evitar el agravamiento del cambio climático. Sin embargo, los planes previstos para su producción y uso no sólo no solucionan ese grave problema sino que agravan muchos otros.
La Dirección de investigaciones biológicas y ambientales del Ministerio estadounidense de Energía está financiando con USD 1.400.000 un estudio de tres años realizado por miembros de la Universidad de Purdue, con el fin de encontrar el modo de modificar la lignina y averiguar si estos cambios genéticos afectan la calidad de las plantas utilizadas para producir biocombustibles.
En 1972, un estudio del Masachussets Institute of Technology (MIT) sobre las tendencias crecientes de consumo puso en alerta a los políticos y científicos de todo el mundo. El trabajo, denominado “Los límites del crecimiento”, fue encomendado por un grupo internacional de científicos, investigadores e industriales - conocidos luego como el Club de Roma - y se convirtió en un clásico para el análisis de la relación entre producción y ambiente.
Las modalidades de consumo y producción de biocombustibles ya están teniendo impactos negativos sobre la seguridad alimentaria, el sustento rural, los bosques y otros ecosistemas. Todo indica que tales impactos se acumularán rápidamente. La producción de biocombustibles en gran escala y dirigida a la exportación requiere extensos monocultivos de árboles, de caña de azúcar, de maíz, de palma aceitera y de soja, entre otros. Estos monocultivos ya son la primera causa de despoblamiento rural y deforestación en todo el mundo.
En el mundo hay unos 800 millones de automóviles que consumen más del 50% de la energía producida en el mundo, lo que hace del automóvil individual el primer causante del efecto invernadero. A pesar de que existe un consenso de que el cambio climático es una realidad, no hay intenciones serias de cambiar el estilo de vida que lo causa, y en lugar de ello, se buscan soluciones tecnológicas que permitan mantener las ganancias de las empresas que se benefician de este modelo.
En julio de 2006, Pulp and Paper International, la revista de la industria de la celulosa, presentó un informe sobre una conferencia llamada World Bioenergy 2006. Esta conferencia se llevó a cabo en Suecia, país donde los biocombustibles suministran el 25% de la energía y la mayor parte de la calefacción.
Actualmente todas las personas parecen estar de acuerdo en que el clima de la Tierra está cambiando como resultado directo de las actividades humanas y que las consecuencias sociales, ambientales, políticas y económicas serán catastróficas si no se hace nada –y rápidamente- para abordar el problema.
Hoy en día, el desarrollo de la infraestructura en nombre de la integración económica regional es una de las amenazas más grandes para la sustentabilidad ambiental y la justicia social. La iniciativa para la Integración de Infraestructura Regional en Sudamérica (IIRSA) es un ejemplo de estas nuevas tendencias. IIRSA propone una serie de mega-proyectos de alto riesgo que traerán como consecuencia un enorme endeudamiento además de profundos cambios en los paisajes y las formas de vida de la región.