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La SFI, “iniciativa forestal sustentable” (Sustainable Forestry Initiative) iniciada en 1995 por American Forest & Paper Association (AF&PA), la asociación para el comercio de madera más poderosa del mundo, abarca una superficie de más de 40 millones de hectáreas en Estados Unidos y Canadá. Se trata, en esencia, de un sistema de certificación de la industria forestal para la industria forestal.
Desde hace algunos meses tanto en Uruguay como en el Sur de Brasil circulan insistentemente declaraciones, de funcionarios de la empresa sueco finlandesa Stora Enso, así como también de jerarcas de los gobiernos de ambos países, sobre las ventajas que tendrá para la población local la instalación de fábricas de celulosa de dicha empresa en la región.
Desde la transición de Camboya hacia una economía de mercado, ocurrida a principios de los años 1990, en ese país se ha acelerado el establecimiento de monocultivos de árboles de crecimiento rápido para producir la llamada madera rápida. En el marco del paradigma de desarrollo de “concesiones económicas” se propusieron y establecieron plantaciones de maderas rápidas como acacia, pino y eucalipto. La mayoría de estas concesiones económicas violan la ley camboyana y no hay muchos indicios de que hayan creado los beneficios e ingresos para el Estado propuestos.
El estudio de la Organización para la Alimentación y la Agricultura de Naciones Unidas (FAO) “Examen provisional de la biotecnología en la silvicultura, incluida la modificación genética” (ftp://ftp.fao.org/docrep/fao/008/ae574e/ae574e00.pdf), publicado en diciembre de 2004, es un resumen del estado de la biotecnología aplicada a la silvicultura en general con una mirada específica a la modificación genética de los árboles. Allí se informa de 225 ensayos de campo al aire libre de árboles GM en todo el mundo, distribuidos en 16 países.
Cuando se establecen plantaciones industriales en cualquier lugar del Sur, los gobiernos ofrecen a los inversores una gama de subsidios. En Indonesia el gobierno ha entregado miles de millones de dólares para el desarrollo de las plantaciones. Los sectores de las plantaciones y la celulosa también han recibido un generoso apoyo en materia de asistencia financiera. El Banco Mundial y el Banco Asiático de Desarrollo financiaron estudios en los años 1980. Diversas agencias de créditos para la exportación colaboraron en la financiación de la construcción de plantas de celulosa.
En el número anterior (Boletín del WRM Nº 109) hacíamos referencia a la promoción de las plantaciones de palma aceitera, denunciando sus impactos sobre el bosque amazónico y los campesinos desplazados. El ímpetu “plantador” continúa, también con otro tipo de exóticas. En julio de este año se presentó el Plan Nacional de Reforestación, que promueve plantaciones forestales con fines comerciales e industriales, y que fue aprobado en enero del año en curso. El plan se propone un ritmo anual promedio de plantación de aquí al 2024 de 104.500 hectáreas.
La historia de la industria de las plantaciones en Sudáfrica puede compararse con el desarrollo de las plantaciones en otras partes del Sur: en Brasil, Aracruz Celulose creció bajo una dictadura militar; el boom de la celulosa de Indonesia fue planeado y puesto a andar durante el régimen de Suharto; Camboya, Tailandia y Chile son otros ejemplos de cómo la opresión del Estado beneficia a las empresas de la celulosa y las plantaciones.
Solo disponible en portugués o inglés Nós, entidades e indivíduos da Rede Alerta contra o Deserto Verde/Brasil, abaixo signatários, queremos expressar nossa grande preocupação com o histórico e o destino das certificações FSC no Brasil, legitimando monoculturas de árvores em larga escala, ainda que já exaustivamente demonstrada a sistemática violação de direitos sociais, ambientais e econômicos no entorno desses grandes plantios agroquímicos.
Los abajo firmantes deseamos expresar nuestros motivos de preocupación en torno a la certificación de plantaciones en nuestro país por parte del FSC, que está otorgando un sello verde a monocultivos que ya han demostrado ser social y ambientalmente destructivos. Estamos al tanto de que el FSC está llevando a cabo una revisión de su política de certificación de plantaciones y tenemos la esperanza de que el resultado sea que en el futuro este tipo de plantaciones no serán más certificadas por el FSC.
En Galicia, sufrimos desde hace muchos años las consecuencias de la nefasta influencia de la empresa ENCE en nuestro medio natural y en nuestra economía.